A tan solo unos meses de cumplir un cuarto de siglo como líder de Rusia, Vladimir Putin tendrá en sus manos este martes en una copia de la constitución y comenzará otro mandato de seis años como presidente con poderes extraordinarios.
Desde que asumió como presidente interino el último día de 1999, Putin ha convertido a Rusia en un monolito: aplastando a la oposición política, expulsando del país a periodistas de mentalidad independiente y promoviendo una devoción cada vez mayor a los valores tradicionales mojigatos que empuja a muchos miembros de la sociedad a la ruina.
Su influencia es tan dominante que otros funcionarios únicamente pudieron permanecer sumisos al margen mientras él lanzaba una guerra en Ucrania a pesar de las expectativas de que la invasión traería oprobio internacional y duras sanciones económicas, además de costarle a Rusia un alto precio en la sangre de sus soldados.
Con ese nivel de poder, Putin, hará de su próximo mandato, una cuestión desalentadora en el país y en el extranjero.
La guerra en Ucrania, donde Rusia está logrando avances graduales aunque consistentes en el campo de batalla, es la principal preocupación, y no da señales de cambiar de rumbo.
En su discurso sobre el estado de la nación de febrero, Putin prometió cumplir los objetivos de Moscú en Ucrania y hacer todo lo necesario para defender nuestra soberanía y la seguridad de nuestros ciudadanos. Afirmó que el ejército ruso ha adquirido una enorme experiencia de combate y está manteniendo firmemente la iniciativa y librando ofensivas en varios sectores.
Esto supondrá un gasto enorme, que podría agotar el dinero disponible para los amplios proyectos internos y reformas en educación, bienestar y lucha contra la pobreza que Putin detalló durante gran parte del discurso de dos horas.
Muchos afirman que Putin piensa en sí mismo en los grandes términos históricos de las tierras rusas, devolviendo a Ucrania al lugar al que pertenece.
Si la guerra terminara y Rusia retuviera parte del territorio que ya ha capturado, los países europeos temen que Putin podría verse alentado a seguir aventurerismo militar en los países bálticos o en Polonia. Aunque muchos afirman que Rusia no se encuentra en condiciones de lanzar nuevas guerras de agresión cuando la guerra en Ucrania finalmente termine.
La edad de Putin también es un punto de preocupación, sus 71 años, pueden afectar su conciencia, no vislumbrar y hacer conciencia de su propia mortalidad, afectando su toma de decisiones
En general, es posible que Putin inicie su nuevo mandato con un control del poder más débil de lo que parece tener.
La resistencia de Putin a Occidente se manifiesta no únicamente por su apoyo a Ucrania, sino también en lo que él considera un debilitamiento de la fibra moral de Rusia.
El año pasado, Rusia prohibió el supuesto “movimiento” LGBTQ+ al declararlo extremista en lo que los funcionarios dijeron que era una lucha por valores tradicionales como los defendidos por la Iglesia Ortodoxa Rusa frente a la influencia occidental. Los tribunales también prohibieron la transición de género.
Aunque la oposición y los medios independientes casi han desaparecido bajo las medidas represivas de Putin, todavía existe la posibilidad de que se adopten nuevas medidas para controlar el espacio informativo de Rusia, incluido el avance en sus esfuerzos por establecer una “Internet soberana”.