El Primer Ministro de la India, Narendra Modi, asumió el cargo para un tercer mandato consecutivo, pero puede plantear más desafíos para el líder popular pero polarizador que su última década en el poder.
Su partido nacionalista hindú Bharatiya Janata, que ganó por abrumadora mayoría en 2014 y 2019, no logró asegurar una mayoría para gobernar por sí solo esta vez, aunque su coalición Alianza Democrática Nacional con el BJP y otros partidos obtuvo suficientes escaños para una escasa mayoría parlamentaria.
Modi y los miembros de su gabinete prestaron juramento al cargo, administrado por el presidente Droupadi Murmu, en el palacio presidencial de la India, Rashtrapati Bhavan, en Nueva Delhi.
Necesitar el apoyo de sus aliados regionales para mantener su poder significa que Modi puede tener que adaptarse a un estilo de gobierno con el que tiene poca experiencia o deseo.
Modi, de 73 años, es apenas el segundo primer ministro indio que gana un tercer mandato consecutivo. Ha presidido una economía de rápido crecimiento y al mismo tiempo promovido el nacionalismo hindú.
Para sus partidarios, es una figura de gran envergadura que ha mejorado la posición de la India en el mundo, ha ayudado a convertir su economía en la quinta más grande del mundo y ha racionalizado el vasto programa de bienestar social del país, que atiende a alrededor del 60% de la población. Para algunos, puede que incluso sea más que humano.
Pero para los críticos, es un líder de una secta que ha erosionado la democracia de la India y ha impulsado políticas divisivas dirigidas a los musulmanes, que representan el 14% de la población del país. Dicen que también ha utilizado cada vez más tácticas de mano dura para someter a sus oponentes políticos, presionar a los medios independientes y sofocar la disidencia.
El gobierno de Modi ha rechazado tales acusaciones y dice que la democracia está floreciendo. Los analistas políticos dicen que la victoria de Modi fue impulsada por programas de bienestar social que proporcionaron beneficios desde alimentos hasta vivienda y por el estridente nacionalismo hindú que consolidó los votos hindúes para su partido. Los hindúes constituyen el 80% de la población de la India.
Modi comenzó su campaña electoral prometiendo convertir a la India en un país desarrollado para 2047 y se centró en resaltar las políticas de bienestar de su administración y una sólida infraestructura digital que han beneficiado a millones de indios.
Su campaña también recurrió a la retórica antimusulmana, llamándolos infiltrados y haciendo referencias a una afirmación nacionalista hindú de que los musulmanes estaban superando a la población hindú al tener más hijos. Modi también acusó a la oposición de complacer a la comunidad minoritaria.
En enero, cumplió una antigua ambición nacionalista hindú con la inauguración de un controvertido templo en el lugar de una mezquita arrasada.
Después de que terminó la campaña, Modi fue a un sitio espiritual hindú para un retiro de meditación televisado de 45 horas. La mayoría de los canales de televisión indios retransmitieron el evento durante horas.
Pero los críticos y opositores de Modi dicen que su política de priorizar a los hindúes ha generado intolerancia, discursos de odio y ataques descarados contra las minorías, especialmente los musulmanes, que representan el 14% de los 1.400 millones de habitantes de la India.