Miles de manifestantes salieron a las calles de São Paulo a protestar, mientras que poco a poco todo Brasil se unían en oposición a un proyecto de ley que criminalizaría aún más los abortos. Si se aprueba, la ley equipararía la interrupción de un embarazo después de 22 semanas con un homicidio.
El proyecto de ley, propuesto por legisladores conservadores y que se someterá a votación en la cámara baja, también se aplicaría en casos de violación. Los críticos dicen que quienes buscan un aborto tan tarde son en su mayoría víctimas de violaciones infantiles, ya que sus embarazos tienden a detectarse más tarde.
Grupos de derechos humanos crearon la campaña “Un niño no es una madre” que ha inundado las redes sociales. Durante las manifestaciones abundaron carteles, pegatinas y pancartas adornadas con el lema.
Se han vuelto virales las imágenes que muestran a mujeres con capas rojas, comparan a Brasil con Gilead, el patriarcado teocrático que Margaret Atwood creó en su novela distópica, “El cuento de la criada”.
Alrededor de 10.000 personas, en su mayoría mujeres, llenaron varias cuadras del principal bulevar de São Paulo, estimaron los organizadores.
Fue la manifestación más grande hasta el momento, después de los acontecimientos en Río de Janeiro, Brasilia, Florianópolis, Recife, Manaos y otras ciudades. Muchas vestían ropas y pañuelos verdes, algo común en las movilizaciones por los derechos de las mujeres en toda América Latina.
Brasil únicamente permite el aborto en casos de violación si existe un riesgo evidente para la vida de la madre o si el feto no tiene un cerebro funcional. Aparte de esas excepciones, el código penal de Brasil impone entre uno y tres años de cárcel a las mujeres que interrumpen un embarazo. Algunas mujeres brasileñas viajan al extranjero para abortar.
Si el proyecto se convierte en ley, la pena aumentaría a entre seis y 20 años cuando el aborto se realiza después de 22 semanas. Los críticos han destacado que eso significaría que los violadores condenados podrían recibir sentencias menores que sus víctimas.
Los expertos dicen que el acceso tardío al aborto refleja desigualdades en la atención médica. Los niños, las mujeres pobres, las mujeres negras y quienes viven en zonas rurales corren un riesgo especial.
De las 74.930 personas que fueron víctimas de violación en Brasil en 2022, el 61,4% eran menores de 14 años, según un estudio de 2023 del Foro Brasileño de Seguridad Pública, un grupo independiente que rastrea los delitos.
Los defensores del proyecto de ley han argumentado que los abortos en una etapa posterior eran inimaginables cuando se adoptó el código penal de Brasil en 1940, lo que explica por qué actualmente no hay límite de tiempo. Si hubiera sido previsto, argumentan, se consideraría infanticidio.
Desde el miércoles pasado el presidente de la Cámara Baja, Arthut Lira, puso en marcha un procedimiento que acelero el proyecto de ley en menos de 30 segundos, esta maniobra permitió que se vote en el pleno sin que sea aprobado por las comisiones, provocando la ira de los manifestantes que exigen su renuncia.
Los legisladores conservadores que proponen el proyecto de ley, ha sido apodados “el grupo de la violación”, están jugando a la política, con la esperanza de aumentar la participación y el apoyo de los votantes evangélicos en las elecciones municipales de octubre,
El gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha estado buscando avances con los evangélicos. La primera dama Rosângela da Silva, criticó la propuesta en las redes sociales, diciendo que las mujeres y niñas violadas necesitan ser protegidas, no revictimizadas.