El cambio climático es, posiblemente, la amenaza más grave que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Sus efectos ya se sienten en la salud física y mental de las personas alrededor del mundo. Los huracanes Otis y Beryl, la escasez de agua y la ola de calor durante este año son solo unos ejemplos del impacto en México. Mientras los sistemas de salud lidian con el aumento de enfermedades relacionadas con el clima, también contribuyen al problema de manera significativa. Si pensamos que una pandemia mal manejada es una catástrofe de salud pública, un mal manejo de las consecuencias de salud del cambio climático nos mostraran un escenario enormemente más desolador.
Actualmente, los sistemas de salud son responsables de aproximadamente el 5% de las emisiones de carbono a nivel global. A menos que se tomen medidas para reducir este impacto, se estima que estas emisiones podrían triplicarse de aquí a 2050, trayendo consecuencias drásticas tanto para la salud humana como para la salud planetaria. La mayor parte de estas emisiones provienen de países de altos ingresos (HIC), en contraste con los países de bajos y medianos ingresos (LMICs), que enfrentan mayores dificultades para implementar energías y prácticas clínicas sostenibles sin comprometer la calidad de atención médica. Además, estos países necesitan incrementar el acceso a la atención médica y quirúrgica, lo que incrementará inevitablemente las emisiones.
En el Centro de Investigación en Cirugía Global del Hospital Español de Veracruz, hemos iniciado un proyecto para investigar el impacto de los hospitales, en particular de la cirugía, en la crisis climática y la salud planetaria con el objetivo de desarrollar estrategias efectivas para mitigarlos. Un ejemplo inspirador es el del National Health Service (NHS) de Reino Unido, que en 2020 se convirtió en el primer sistema nacional de salud en anunciar un plan para alcanzar el estatus de “Net Zero” o cero emisiones netas de carbono. Este modelo sirve como guía para nuestras propias iniciativas.
Estudiar el impacto de los sistemas de salud en el ambiente lleva a la adopción de un enfoque conservador y minimalista en la atención médica. Este enfoque puede contribuir significativamente a la sostenibilidad ambiental y la lucha contra el cambio climático. En un mundo donde las emisiones de carbono y el agotamiento de recursos son preocupaciones urgentes, es crucial utilizar los recursos de manera prudente y responsable. Evitando pruebas, tratamientos y procedimientos innecesarios, los profesionales de la salud pueden reducir la huella de carbono del sector, minimizar el desperdicio de recursos naturales y mitigar el impacto ambiental.
Este enfoque no solo protege el ambiente, sino que también beneficia a los pacientes y al sistema de salud. Adoptar la sostenibilidad no significa rechazar la innovación; más bien, implica un enfoque equilibrado que integre nuevas tecnologías y tratamientos de manera juiciosa, adherido a los principios de eficiencia y atención centrada en el paciente.
Una área crítica que requiere atención es la cirugía. Los quirófanos hospitalarios son responsables de una parte significativa de las emisiones de carbono, debido al alto consumo de energía para iluminación y equipos médicos, uso intensivo de sistemas de climatización, generación de desechos médicos y uso de gases anestésicos. Un quirófano puede consumir entre 3 y 6 veces más energía que el resto del hospital y generar hasta el 70% de sus desechos totales. Los gases anestésicos pueden representar hasta el 51% de la huella de carbono de una cirugía. Una operación emite entre 150 kg y 2,000 kg de CO2. Las emisiones de carbono de una cirugía laparoscopia promedio son comparables a un viaje de entre 500 a 1,000 kilómetros en automóvil.
Datos como estos, resaltan la urgencia de implementar medidas para mitigar el impacto ambiental de los hospitales. Este septiembre, en el Hospital Español de Veracruz, se dan inicio dos iniciativas que persiguen proteger el ambiente. El día 3 de septiembre se llevó a cabo la primera cirugía cero neto, en la que se busca que las emisiones de gases de efecto invernadero durante la cirugía sea igualada o compensada por prácticas sostenibles y tecnologías verdes. Esto incluye el uso de fuentes de energía renovable, la reducción de desperdicios, la optimización del uso de recursos, y la implementación de procesos de compensación de carbono. El 5 de septiembre dio inicio el estudio DRAGON, un estudio multicéntrico aleatorio por clústers que comparará el uso de sábanas y batas desechables versus reutilizables en el quirófano. Dado que es probable que los insumos desechables tengan mayores costos financieros y de carbono, solo son justificables si se puede demostrar que reducen significativamente las infecciones del sitio quirúrgico o tienen algún beneficio tangible para el paciente. Este estudio, auspiciado por el Instituto Nacional de Investigación en Salud del Reino Unido y su Unidad en Cirugía Global (NIHR GSU) con el apoyo logístico de la Unidad de Estudios Clínicos de la Universidad Birmigham (BCTU) en Reino Unido, será llevado a cabo en 7 LMICs y será coordinado en México por el Centro de Investigación en Cirugía Global del Hospital Español de Veracruz.
Las estrategias para reducir las emisiones de carbono incluyen la adopción de tecnologías energéticamente eficientes, la reducción de materiales desechables, la optimización del uso de anestésicos menos contaminantes y la implementación de prácticas sostenibles. Estos esfuerzos no solo ayudan a combatir el cambio climático, sino que también pueden resultar en una reducción significativa de los costos operativos y de atención que benefician tanto a los sistemas de salud como a los pacientes en forma directa.
En última instancia, al adoptar prácticas médicas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, podemos construir un sistema de salud más equitativo, eficiente y resiliente para las generaciones futuras. La colaboración entre gobiernos, instituciones de salud, y profesionales es crucial para enfrentar este desafío global y asegurar un planeta saludable para todos.