A cuatro días para que se cumpla el primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, el presidente estadounidense, Joe Biden, quiso enviar un poderoso y desafiante mensaje a su homólogo ruso, Vladimir Putin, con una histórica visita a Kiev, donde anunció una nueva ayuda de 500 millones de dólares en armamento estadounidense.
El viaje de Biden a la capital ucraniana, donde fue recibido por un satisfecho presidente Volodimir Zelenski, fue planeado en secreto durante meses, con la participación de solo un puñado de asesores y sin aviso a Rusia, que sólo supo de los planes del mandatario unas horas antes de su salida de Washington.
“Un año después, Kiev sigue de pie. Ucrania sigue de pie y la democracia sigue de pie. Estados Unidos permanece a su lado y el mundo entero permanece a su lado”, proclamó Biden desde el palacio Mariinsky, rodeado por banderas estadounidenses y ucranianas, y acompañado por Zelenski.
El mandatario recordó cómo hace casi un año, cuando comenzó la invasión, habló por teléfono con Zelenski y él líder ucraniano le pidió que reuniera a los líderes del mundo para que apoyaran a Ucrania.
Un año después, Biden dijo que no quería que quedara ninguna duda sobre el apoyo “inquebrantable” de Washington a Kiev y anunció un nuevo paquete de ayuda militar que incluirá municiones de artillería, obuses y misiles Javelin, un arma portátil diseñada para destruir tanques y otros vehículos pesados.
Además de esa ayuda militar, Biden adelantó que esta semana impondrá nuevas sanciones sobre Rusia con el objetivo de golpear a aquellas élites y compañías rusas que están ayudando al Kremlin a esquivar las sanciones impuestas por Estados Unidos y otros países desde el inicio de la guerra.
Al lado de Biden, Zelenski le agradeció su visita en un momento “difícil” para Ucrania y adelantó que Estados Unidos está considerando suministrar a Ucrania un tipo de misiles de largo alcance que hasta ahora Biden se había resistido a autorizar, y que colocarían a Ucrania, según el mandatario eslavo “más cerca de la victoria”.
“Nuestras negociaciones hoy han sido muy fructíferas”, afirmó Zelensk, dando a entender que el mandatario demócrata ha cedido en la solicitud ucraniana de suministrar misiles ATACMS, que pueden golpear objetivos a casi 300 kilómetros de distancia y que podrían llegar incluso a la anexionada península de Crimea.
Luego los dos líderes visitaron la Catedral de San Miguel, símbolo de la resistencia de Ucrania después de que en 2013 sus sacerdotes dieran allí refugio a estudiantes que protestaban contra el entonces presidente Víktor Yanukóvich, aliado de Moscú.
Biden y Zelenski entraron en la iglesia durante unos 10 minutos y, a la salida, empezaron a oírse sirenas antiaéreas en toda la ciudad, aunque no hubo ataques rusos, que habrían supuesto una temeridad por parte del Kremlin y un seguro choque diplomático entre EU y Rusia.
A continuación, los dos líderes depositaron una corona de flores a los pies de un muro conmemorativo en honor a los soldados ucranianos caídos en la guerra contra Rusia y, mientras sonaba un saludo militar, los dos miraron hacia el suelo y permanecieron en silencio durante unos minutos.
La Casa Blanca reveló que el avión de Biden despegó en la noche del domingo al lunes de la base aérea de Andrews (Maryland), a las afueras de Washington, y llegó a Kiev sobre las 08.00 hora local.
Biden fue quien el viernes tomó la decisión final de ir a Kiev al considerar que había riesgos, pero que eran manejables.
El presidente llegó a esa conclusión después de una extensa reunión el viernes en el Despacho Oval de la Casa Blanca con sus asesores y con miembros de su gabinete.
El viaje fue especialmente complicado porque los presidentes de EU no viajan a países en guerra y cuando lo realizan, como hicieron en los últimos años en Irak o Afganistán, suele haber tropas estadounidenses sobre el terreno para salvaguardar su seguridad.
Sin embargo, Estados Unidos no tiene tropas en Ucrania y, por eso, el viaje requirió de mayor planificación y mucho más cuidado, explicó la directora de comunicaciones de la Casa Blanca, Kate Bedingfield.
“Esta visita, la de un presidente de EU a una zona donde se libra una guerra, es histórica y no tiene precedentes”, aseveró Bedingfield.
Pese a los riesgos, Biden decidió acudir a Ucrania para mostrar su compromiso con Ucrania, justo cuando quedan cuatro días para que se cumpla el aniversario de la invasión rusa que empezó el 24 de febrero de 2022.