Desde Estados Unidos y la Unión Europea acusan a China de utilizar su sistema jurídico para arrebatar tecnología a otros países. En concreto, se culpa al gigante asiático de movilizar sus tribunales para socavar los derechos de propiedad intelectual extranjeros y beneficiar a empresas nacionales, asegura un informe del periódico estadounidense The Wall Street Journal (WSJ).
Funcionarios y directivos de varias empresas occidentales afirman que Pekín se ha dedicado desde el ámbito legal a desestimar demandas provenientes de otros países que tengan que ver con la protección de patentes, principalmente si están relacionadas con sectores que considera importantes, como el tecnológico, el de productos farmacéuticos y el de tierras raras.
De este modo, China estaría siguiendo un camino contrario al que el Gobierno viene promocionando, el cual aboga por reforzar la protección legal de los derechos de propiedad intelectual, señala la publicación, enfatizando que los productos falsificados y las imitaciones de marcas son un fenómeno que se extiende por todo su territorio.
En diciembre, la Unión Europea demandó a China ante la Organización Mundial del Comercio en nombre de varias empresas acusando a Pekín de prohibirles presentar demandas para proteger sus patentes en tribunales fuera de China con el propósito de presionar a los dueños de esos derechos y obtener así un acceso más barato a sus productos o tecnologías.
La postura de Pekín respecto a la propiedad intelectual tiene implicaciones mundiales, porque numerosos productos son fabricados en China. Una encuesta de la UE en 2021 calificó la invalidación de patentes como un “grave problema” y puso de manifiesto la preocupación del bloque comunitario por la “tendencia de las resoluciones judiciales a favorecer a las partes interesadas chinas cuando se trata de sectores o empresas estratégicos”.
Son diversos los casos judiciales por los cuales EE.UU. y la UE se inclinan por pensar que el sistema legal de la nación asiática no estaría siendo imparcial. En varios de ellos, la Justicia china se ha negado a aceptar que empresas nacionales están incurriendo en infracciones de patentes o ha castigado a compañías extranjeras que se han negado a licenciar sus tecnologías a consorcios chinos.
En 2021, un tribunal de la ciudad de Ningbo, cerca de Shanghái, resolvió que una filial de la japonesa Hitachi había violado la ley antimonopolio al negarse a licenciar su tecnología patentada de imanes de tierras raras a una empresa china.
Por su parte, Mallentech Electronics, un fabricante de sensores para automóviles con sede en Míchigan (EE.UU.), acusó a dos empresas chinas de apropiarse indebidamente de secretos comerciales y maquinaria diseñada por ellos. Sin embargo, un tribunal municipal de Chengdu dictaminó que las pruebas de Mallentech eran inadmisibles por la forma en que se habían obtenido. En ambas situaciones, los demandantes apelaron y continúan en pleito.
Quizá uno de los casos de mayor relevancia ha sido el del fabricante American Science and Engineering Inc (AS&E) y su escáner de rayos X móvil. El denominado ZBV hizo su debut en 2003 y consiste, a grandes rasgos, en una furgoneta con una máquina de rayos X de baja potencia en la parte trasera de su chasis, ideal para escanear coches, por ejemplo, en el aparcamiento de un estadio, y detectar artefactos sospechosos.
Con rapidez, el ZBV se convirtió en el líder de su segmento comercial y era uno de los productos más rentables de la empresa, con ventas millonarias. Sin embargo, en 2017, AS&E descubrió que su rival china Nuctech había lanzado en Argentina una imitación de su invento.
EE.UU. y China llevan años esforzándose por desarrollar tecnologías de vanguardia y mantienen una lucha por la superioridad tecnológica. Mientras la nación norteamericana impone restricciones a las exportaciones al territorio asiático e impide el uso de algunos equipos chinos dentro del país, Pekín acusa a Washington de politizar la ciencia y la tecnología para intentar mantener su liderazgo en esos campos.