Ante más de 10 mil personas, el antes exprofesor de primaria regresó al recinto capitalino después de ocho años solo para demostrar que no ha perdido la vocación de enseñar
Gordon Sumner, durante la década de los 70s, era un maestro que enseñaba clases de inglés a niños en una escuela en Inglaterra, pero la música lo llevó por otro camino.
Ahora ya no da clases en un salón, pero si dio cátedra ante diez mil personas de lo que es tener talento y una trayectoria envidiable junto a una de las bandas más influyentes de los 80s.
El exbajista de The Police tomó el escenario del Auditorio Nacional en la CDMX y fue como una masterclass para sus fans, de ésas que se quedan en la memoria.
Sting arranco una enorme ovación de los presentes, que se llenaron de amor y nostalgia. El público lo recibió con mucha expectación, e inicio con una apertura digna a su legado con The Police con Message In A Bottle, en la cual animaba a la gente a cantar con él.
“México” fue lo único que tuvo que decir para que dichas almas se unieran al clásico, Muchas gracias”, dijo Sting, quien no dudó en hacer lo propio en el bajo, Dominic Miller en la guitarra y Chris Maas en la batería, mientras que If I Ever Lose My Faith In You, una de sus rolas más significativas, sonó con toda potencia a la que la gente se unió, con sus palmas, a petición del músico.
El trío es implacable con los arreglos que hacen en cada tema, partes de jazz, algún blues por ahí y la impresionante voz del británico a sus 73 años. El público se mantuvo de pie mientras acompañaba a Gordon Sumner en el coro, porque era una delicia escucharlo cantar y tocar su bajo.
“Más fuerte”, pidió a sus fans, quienes subieron su volumen en el coro, pero los aplausos dirigidos de Sting cada vez más fuertes inundaron el lugar.
La trayectoria de Sting es imposible de separar de The Police, como cuando canta Every Little Thing She Does Is Magic, y su historia como solista no existiría sin la banda que lo dio a conocer. Pero el que fuera maestro de primaria en una escuela de monjas en
Cramlington, Newcastle, hace un balance perfecto entre sus creaciones dándoles el mismo espacio e importancia, como la gente lo sintió con Field Of Gold y Never Coming Home.
Su felicidad de estar en nuestro país y en el Auditorio Nacional, después de ocho años, es completamente auténtica, no es solo una frase hecha, se le nota, lo vive junto con sus amigos en el escenario, tocando y hechizando a sus fans.
Esta versión 3.0 de Sting llegó llena de un talento avalado por años, pero también con una curiosa producción en donde la pantalla central del escenario se llenaba de gráficos de colores que hacían un match perfecto con las luces que se encendían y apagaban para vestir canciones como Synchronicity II, de 1983, y Mad About You, la cual presentó con una breve historia que contó en español.
Gritos, aplausos y ovaciones, por decir lo menos, fue lo que tuvo Sting a cambio antes de dejar el escenario unos minutos y volver acompañado de Roxanne y Fragile, con las que se despidió.