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El gobierno de Ontario ha dejado claro que no cederá a las amenazas arancelarias de Donald Trump.

No le importó al gobierno de Ontario, Canadá, la pausa de un mes a los aranceles sobre importaciones canadienses, porque el primer ministro de Ontario, Doug Ford, dejó claro que no cederá hasta que Trump elimine por completo las amenazas arancelarias.

Con esta medida se afectará directamente a millones de estadounidenses que dependen de la energía proveniente de Canadá, generando preocupación en sectores industriales y residenciales.

Este aumento del costo energético en Ontario llega en un contexto de crecientes tensiones comerciales entre Canadá y Estados Unidos.

Ford ha sido contundente en su postura, señalando que la pausa arancelaria anunciada por Trump no representa ninguna garantía de estabilidad a largo plazo. Su administración insiste en que, hasta que se logre un acuerdo definitivo, las represalias económicas seguirán en marcha.

Pero no solo será el recargo a la electricidad, Ontario y otras provincias canadienses han decidido bloquear la venta de bebidas alcohólicas estadounidenses en sus mercados como parte de su estrategia de presión contra Washington.

Canadá ha mantenido en vigor aranceles de represalia por un valor de 21.000 millones de dólares, afectando productos como jugo de naranja, mantequilla de maní, café, electrodomésticos y motocicletas, entre otros.

Estas medidas han sido una respuesta directa a la nueva ofensiva arancelaria de Trump, que también impacta a México y China, generando inestabilidad en los mercados financieros internacionales.

Ahora los consumidores estadounidenses enfrentan un panorama incierto, además de la posibilidad de un incremento sostenido en los costos de bienes y servicios importados desde su vecino del norte.

El trasfondo de esta disputa comercial radica en la estrategia de Trump para combatir el tráfico de fentanilo, argumento utilizado por su administración para justificar la imposición de aranceles contra diversos países.

Sin embargo, la reacción de Canadá ha sido inmediata y contundente, con el primer ministro Justin Trudeau anticipando que la guerra comercial entre ambos países podría prolongarse en el futuro previsible.

Las conversaciones entre ambos mandatarios han sido tensas, indicando que la última llamada entre Trump y Trudeau terminó en insultos y reclamos sobre la industria láctea canadiense.

El recargo en la electricidad en Ontario representa un golpe directo a la economía de los estados afectados, que dependen de la importación de energía canadiense para abastecer sus industrias y hogares.

Si la disputa comercial se prolonga, las consecuencias podrían extenderse a otros sectores, encareciendo aún más el costo de vida para millones de estadounidenses.

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