El Líbano se despertó hoy con dos husos horarios después de que el primer ministro libanés, Najib Mikati, anunciara hace unos días que la hora no se adelantaría, como debería haber sido este domingo oficialmente con el horario de verano, en una disputa que ha adquirido tintes sectarios.
En un decreto, el Gobierno libanés decidió aplazar el cambio de horario de invierno al de verano hasta la medianoche del 20 de abril en lugar de este domingo.
Aunque el Ejecutivo no dio ninguna explicación, los medios locales comenzaron a difundir que el motivo era el mes sagrado de Ramadán, lo cual permitiría a los fieles romper el ayuno una hora antes de que si se produjera el cambio.
De hecho, está previsto que el Ramadán, que comenzó el pasado jueves, termine el próximo 20 de abril en la región de Oriente Medio.
Esta decisión provocó una ola de reacciones que hizo que algunos medios libaneses, como LBCI o MTV, decidieran seguir con el cambio al horario de verano, como estipula oficialmente la ley.
Pero la más significativa se ha dado con la influyente Iglesia Maronita libanesa, que dijo en un comunicado difundido por su oficina de prensa que “la repentina decisión de posponer el trabajo en el horario de verano durante un mes, emitida por el primer ministro interino, Najib Mikati, de forma improvisada y sin consultar con el resto de los componentes libaneses, y sin tener en cuenta las normas internacionales, y por la confusión y el daño (…) impiden que el Patriarcado maronita pueda adherirse”.
Por ello, afirmó, “se compromete a adelantar el reloj una hora en la medianoche del sábado 25 al domingo 26.
Otros colegios e instituciones cristianos también se han adherido a esta respuesta tomada por la iglesia maronita.
Entretanto, otras instituciones oficiales sí se han adaptado al nuevo cambio, como la aerolínea libanesa Middle East Airlines, lo que ha provocado confusión por las horas de salida de los vuelos, según han comentado usuarios en las redes sociales bajo la etiqueta de “horario de verano”.
Esta disputa ha adquirido tintes sectarios ahondando las divisiones en un país que fue testigo de una guerra civil entre facciones cristianas y musulmanas.
En el Líbano, crisol de dieciocho sectas, se siguen repartiendo los escaños del Parlamento según la religión.
Este escenario de respuesta a las decisiones gubernamentales se produce en un momento en el que la divisa local sigue cayendo sin control frente al dólar en el marco de un vacío presidencial que parece no resolverse pronto.