Joe Biden inició este martes una visita de cuatro días a Irlanda del Norte y la República de Irlanda con un claro mensaje sobre la necesidad de “mantener la paz” en la isla, que celebra el 25 aniversario del acuerdo del Viernes Santo, el texto que puso fin al conflicto.
El Air Force One del presidente de Estados Unidos aterrizó poco después de las 20.20 GMT en el Aeropuerto Internacional de Belfast, en la capital norirlandesa, donde fue recibido por el primer ministro británico, Rishi Sunak, con quien mantendrá el miércoles una reunión bilateral.
Su visita de menos de un día a Irlanda del Norte coincide con un momento de crisis para el proceso de paz y con una larga parálisis política.
El probritánico Partido Democrático Unionista (DUP) -segunda formación norirlandesa- rechaza el nuevo Acuerdo Marco de Windsor, negociado por Londres y Bruselas para adaptar a la provincia a los arreglos comerciales del Brexit.
El veto unionista ya viene de lejos, pues, a pesar de apoyar este divorcio en la consulta de 2016, renegó también del controvertido Protocolo para Irlanda del Norte, sustituido por el texto de Windsor para resolver los problemas políticos y económicos que causó.
En este contexto, el partido Unionista aún se niega a compartir con el nacionalista Sinn Fein, primera formación de la región, el Ejecutivo autónomo de Belfast, unos de los elementos centrales del pacto del Viernes Santo.
Antes de llegar a Belfast, Biden insistió en que su “gran prioridad” es asegurar que “los acuerdos irlandeses y el acuerdo de Windsor siguen en pie, que se mantenga la paz”.
De momento, el presidente estadounidense se ha cuidado de efectuar llamamientos que puedan molestar a los unionistas, muy sensibles a las presiones exteriores y conscientes de que la relación entre Washington y Londres no ha sido la mejor en los últimos años, sobre todo durante los mandatos de Boris Johnson y Lizz Truss por sus amenazas de dar pasos unilaterales para alterar los acuerdos del Brexit, censuradas por Biden.
Los probritánicos protestantes también consideran que Biden, quien aprovecha cualquier oportunidad para hacer gala de su pasado irlandés y fe católica, es un político más próximo a Dublín que a Londres, tanto por su visión geopolítica como por sus orígenes.
Tampoco está ayudando la brevedad de su visita a Irlanda del Norte y escasez de eventos de alto perfil, en comparación con los tres días que permanecerá en la República de Irlanda, donde están programados encuentros con el presidente, con el primer ministro, un discurso en el Parlamento y paradas en los condados de Louth y Mayo para reunirse con sus familiares y dirigirse a la ciudadanía.
Por contra, Biden tiene previsto reunirse el miércoles con Sunak, antes de que pronuncie un discurso en el nuevo campus de la Universidad del Ulster, en la capital norirlandesa, en una intervención a la que también están invitados los principales líderes políticos de la región.
Según la Casa Blanca, antes de partir mañana a mediodía hacia Dublín, Biden también “tendrá la oportunidad de interactuar” con “cada uno” de los líderes de los cinco principales partidos regionales, si bien no habrá “una reunión de grupo formal”, como consecuencia de sus diferencias sobre el Brexit.
Mientras tanto, la Policía norirlandesa (PSNI) ya ha desplegado un fuerte dispositivo de seguridad ante la llegada del presidente, el “más importante en casi diez años”, según han explicado sus mandos.
Desde primera hora de hoy, las fuerzas del orden mantienen acordonadas varias zonas del centro de la capital para impedir el paso de vehículos y controlar el tránsito de peatones, al tiempo que han reforzado su presencia en las calles con efectivos adicionales traídos de otras partes del Reino Unido.