Más de 11.500 sismos se han registrado en las zonas aledañas a los volcanes islandeses de Fagradalsfjall y Keilir, en la península de Reykjanes, luego de que la región se viera azotada el pasado 4 de julio por un enjambre de temblores, informa la prensa local.
La población del extremo suroccidental de Islandia fue la que sintió los mayores impactos de la inestabilidad de las fallas geológicas, que los expertos consideran como la señal de una posible erupción volcánica futura.
Un sismo de magnitud 4,5 se registró este sábado en esta península y se sintió también en Reikiavik, la capital del país. Mientras, el 7 de julio, más de 480 temblores, el mayor de ellos de magnitud 4,5, se produjeron cerca de la isla de Eldey, próxima a Reykjanes. Un día antes, en esa misma zona se registró otra serie de movimientos telúricos, comunicó la Oficina Meteorológica islandesa.
Aunque la actividad sísmica en las cercanías de los volcanes ha disminuido, la deformación de la corteza terrestre sugiere que el magma está ascendiendo hacia la superficie. Una imagen de InSAR basada en datos satelitales de radar, reveló que, desde el 28 de junio y hasta este jueves, el nivel superior del dique había alcanzado 1 kilómetro de profundidad. Además, se ha evidenciado que el magma fluye ahora casi el doble de rápido, en comparación con el período previo a la erupción de agosto de 2022. Sin embargo, el volumen total de magma que ha llegado a la parte superior de la corteza es similar, de alrededor de 12 millones de metros cúbicos.
La experta en riesgos naturales de la Oficina Meteorológica de Islandia, Lovísa Mjoll Gudmundsdóttir, explicó que se han producido muchos sismos pequeños y densos que apenas pueden ser medidos, lo que podría indicar que el magma está ‘luchando’ por salir a la superficie. Los científicos no descartan que en Islandia se produzca una nueva erupción volcánica mucho más fuerte que la ocurrida el año pasado.