Hace menos de dos semanas que el planeta Tierra registró los días más calurosos de su historia moderna, y la ola de calor extrema aún está azotando a gran parte del hemisferio norte. Las temperaturas en América del Norte, partes de Asia y en todo el norte de África y el Mediterráneo han estado por encima de los 40°C durante un número prolongado de días esta semana.
Este tipo de fenómenos, las olas de calor, son muy preocupantes por sus impactos tanto en la salud humana y animal como en las consecuencias sociales y económicas, y se han multiplicado por seis desde los años ochenta, según advirtió la Organización Meteorológica Mundial (OMM). ¿Los 40°C podrían ser parte de la normalidad en el futuro?
Los expertos explicaron que las temperaturas récord que se están registrando en julio se deben a las emisiones de gases que atrapan el calor, que son causadas principalmente por la quema de combustibles fósiles (como petróleo, gas, y carbón).
También ya están dadas las condiciones para que se desarrolle el fenómeno de El Niño, un patrón meteorológico cíclico, que aumenta las temperaturas de océano Pacífico y pueden aumentar el riesgo de que se produzcan sequías e inundaciones en diferentes regiones del planeta.
La Organización Mundial de la Salud también informó que está intensificando sus esfuerzos para reforzar las alertas tempranas y los planes de acción integrados contra las olas de calor. Advirtió que “el calor es un riesgo sanitario en rápido crecimiento”.
Se han señalado tres factores que contribuyen a que las olas de calor se produzcan con más frecuencia e intensidad. Uno de ellos es la creciente urbanización: más territorio se destina a diferentes tipos de edificios y calles.
El segundo factor es el aumento de las altas temperaturas extremas, como consecuencia de las emisiones de gases de invernadero. El tercero está en los cambios demográficos en los países: tienen ahora poblaciones con muchas personas mayores, que son más vulnerables a ser afectadas por las olas de calor.
Las extensas e intensas olas de calor de este año son alarmantes, pero no sorprendentes para el futuro, hay más riesgo de que los 40° sean parte de la normalidad.