A pesar de que en mayo pasado, Gerardo Rosales, jefe inspector de la estación Pantitlán del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, reconoció que esta terminal de la Línea 9 presenta fallas, fracturas y pérdida de conexión entre columnas, trabes y tramos, existen al menos otras tres rutas con problemas similares debido a hundimientos, por lo que las alertas en este medio de movilidad que transporta a casi 4.6 millones de usuarios al día no se debe subestimar.
Una de las razones por las que el Gobierno de la Ciudad de México rehabilita la Línea 1, la cual va de Pantitlán a Observatorio, es porque de acuerdo con el “Diagnóstico sobre el servicio y las instalaciones del Sistema de Transporte Colectivo (2013-2018)”, este recorrido presenta depresión diferencial, sobre todo en la zona de la estación Observatorio, sin embargo, a más de un año de la primera de dos fases de intervenciones, la autoridad aún no reabre el tramo de Observatorio a Isabel la Católica, el cual estaba programado para marzo de este año.
Las dos etapas de remodelación provocarían según el programa de la administración local el cierre de la Línea 1 desde la segunda semana de julio de 2022 hasta agosto de 2023, pero esto no se ha dado así, dado que la primera tarea aún no concluye y ni siquiera Martí Batres Guadarrama, jefe de Gobierno, ha explicado las razones para la demora de cinco meses.
Con base en el “Diagnóstico sobre el servicio y las instalaciones del Sistema de Transporte Colectivo (2013-2018)”, los desperfectos detectados son los siguientes:
En el ramal que corre de Santa Anita a Martín Carrera de la Línea 4 se detectaron hundimientos, sobre todo en su tramo elevado y de acuerdo con Radio Fórmula, desde este año, el Consorcio Iuyet, que da servicios de ingeniería civil, advirtió que las estaciones Bondojito, Consulado y Talismán presentan desniveles entre sus edificios, pasarelas y andenes.
De acuerdo con el análisis de riesgos, el origen del deterioro se encuentra en el hundimiento de la zona que comprende las alcaldías Gustavo A. Madero, Iztacalco y Venustiano Carranza.
Mientras que en 2015, las autoridades citadinas presentaron un proyecto para modificar el perfil de las vías del tramo Oceanía-Terminal Aérea, de la Línea 5, donde se apreciaron hundimientos de aproximadamente 25 centímetros por año.
Otro de los reflectores está en la línea A, la cual conecta a Pantitlán con La Paz, en el Estado de México —el camino de mayor tránsito para quienes viven el oriente de la capital del país—, donde la consultora Cal y Mayor señaló en 2022 que en una de las zonas de mayor hundimiento y que su peligro radica en que sus agravios pueden provocar “agrietamientos, desplazamientos transversales en los muros y aparición de aberturas anormales”.
Mientras que en la Línea 7, tras el accidente del pasado 7 de enero, donde dos trenes chocaron, con un saldo de una alumna de universidad muerta y 106 lesionados, el STC Metro lanzó una licitación para estudiar los posibles hundimientos que hay en diversos tramos de dicho ramal, pero sobre todo en el tramo superficial que va del intertramo Potrero-La Raza a Indios Verdes.
Respecto a la Línea 9, Rosales sostuvo que una de las acciones efectuadas para paliar los infortunios es la colocación de toda clase de parches para contener la progresiva distorsión e inclinación que se da en todos los componentes de este lugar.