La tormenta tropical Idalia se intensificó el lunes en lo que se convertiría en un gran huracán a medida que avanza hacia la costa del Golfo de Florida, mientras las autoridades emitieron órdenes de evacuación e instaron a los residentes a prepararse antes de su llegada a tierra el miércoles en la mañana.
Idalia, con vientos máximos sostenidos de 105 kph, se movía el lunes en el Caribe a unos 65 km al sur-oeste de Cuba, mientras se dirigía hacia el norte a 13 kph (8 mph), dijo el Centro Nacional de Huracanes.
La intensidad de la tormenta y su actual trayectoria hacia el norte llevaron a las autoridades a poner a unos 14 millones de floridanos bajo alerta ante el peligro de huracán.
Idalia alcanzará la categoría 3 de la escala de vientos huracanados de Saffir-Simpson cuando toque tierra en la zona norte del Big Bend de Florida.
Previo a la llegada de la tormenta, los distritos escolares de toda la región, anunciaron que cancelarían las clases a partir del lunes y el Aeropuerto Internacional de Tampa informó que suspendía sus operaciones comerciales a partir de las 00:01 horas del martes tiempo local.
Como muchas comunidades costeras, la ciudad de Bradenton abrió estaciones para adquirir sacos de arena el lunes e instó a sus 55,000 residentes a mantenerse alerta.
DeSantis emitió el estado de emergencia para 46 condados de Florida que cubren la mayor parte de la parte norte del estado.
Y se movilizaron unos 5,500 miembros de la Guardia Nacional, con 2,400 vehículos de alta mar y una docena de aviones desplegados para las tareas de rescate y recuperación.
La Defensa Civil de Cuba había emitido la “Alerta” para varias de sus provincias del Occidente el lunes mientras que los cubanos se apresuraban a evacuarse, cerrar sus casas y amarrar los barcos de pesca cuando Idalia tocaba tierra poco después de las 2 de la tarde.
Las aguas de color carmelita oscuro habían inundado por completo el pequeño pueblo pesquero de Guanimar, a sólo una hora al sur de La Habana. Autobuses con décadas de antigüedad evacuaron a mujeres y niños incluso cuando los vientos sacudían sus techos de metal, mientras se golpeaban a los barcos de pesca situados entre los manglares.