Los personajes que Liam Neeson ha interpretado en cuatro décadas son prueba de su versatilidad. Más allá de Star Wars, Los miserables y La lista de Schindler, el actor encontró en el cine de acción una veta inagotable que lo mantiene vigente; sin importar los retos, encuentra las historias adecuadas que lo ponen de vuelta en la pantalla grande con secuencias de riesgo y explosiones espectaculares.
Contrarreloj es su nueva propuesta, en la que unió esfuerzos con Nimród Antal, un cineasta californiano que estuvo a cargo de otras historias como Stranger Things y Servant.
La cinta cuenta la travesía de Matt Turner, un empresario que entra a un juego de vida o muerte, mientras recibe amenazas de hacer estallar la camioneta en la que va con sus hijos, si no hace lo que le piden del otro lado del teléfono. Es una carrera contra el tiempo.
“Algo que realmente sorprendió de un thriller de este tipo fueron los elementos emocionales adicionales que tenía. Generalmente en este tipo de cine se trata solo del suspenso y la acción, transitar por la disfunción que esta familia estaba experimentando fue ese plus; eso me sorprendió, descubrir lo atractivo que se volvió este punto dentro de la película”, explicó Antal.
“Además de Liam, me sorprendió la participación de los niños; esta es una película de acción y suspenso, mucho suspenso, y ocurre en espacios reducidos, por lo que los personajes podrían tener ciertas limitaciones, pero siempre estuvieron muy vivos y detallados desde el guion. Los actores hicieron un trabajo maravilloso”, explicó el director, respecto a las escenas de acción que, en su mayoría, ocurren dentro de una camioneta en movimiento.
En Contrarreloj “el desafío eran los espacios limitados y mantener fresca e interesante la historia a medida que avanzábamos. Si no eres cuidadoso en cuanto a dónde colocar la cámara puedes quedarte corto con un thriller de acción, eso fue sin duda el reto, sumado a los desafíos prácticos de filmar en un lugares que están muy vivos y funcionales”, explicó Nimród sobre la historia que ocurre en Berlín y fue filmada en Brandeburgo y Potsdam, Alemania.
“Esta cinta es una experiencia completamente diferente para mí. Fue absolutamente vigorizante y agotadora, porque requirió de mucha energía y como cualquier otra cosa en la vida, cuando das el 100 por ciento todo el tiempo, llegas a un punto en el que simplemente encuentras tu marca”.