Italia tiene una merecida fama de país de cultura, aunque en las calles de sus ciudades languidecen cerrados unos 500 teatros. Sin embargo, muchos no se rinden a este panorama, como un empresario y musicólogo inglés que sueña con reconstruir en Venecia la primera ópera pública de la historia.
La sangría de teatros abandonados afecta al país de norte a sur, desde la Lombardía de Dario Fo, pasando por la Roma de Anna Magnani, hasta llegar a la Nápoles de Pulcinella y Edoardo de Filippo.
Este problema resonó con fuerza en la reciente Fiesta del Cine de Roma con la proyección del documental “Via Sicilia 57-59. Giorgio Albertazzi. El teatro es vida”, que repasa el legado de este actor en el centenario de su nacimiento.
En Roma, por poner un ejemplo, permanecen clausurados teatros que en el pasado reservaron seratas casi legendarias, como el Eliseo, que en los años 50 vio nacer la compañía de Lucchino Visconti, o el histórico Teatro Cometa.
Lo mismo ocurre con el Valle, considerado uno de los más hermosos de Europa, o el de las Artes, fundado en 1937 junto a la emblemática Vía Véneto, escenario de la “Dolce Vita”. Y son solo algunos: “Da mucha pena”, lamenta.
Este problema se debe a que existen demasiados, pero también porque no existe un proyecto cultural auténtico, ya que no se invierte en ella porque el teatro no se vislumbra como una industria y al facturar poco provoca que el gobierno no invierta en espectáculos en vivo.
El otro director del documental, Fabio Masi, comentá que ,ás de 500 teatros estan cerrados, dando un dramático dato de una fisura neta en el modo en que las nuevas generaciones buscan entretenimiento pero esto no debería impedir proteger el patrimonio.
Entretanto, Italia cuenta con numerosas formas de dramaturgia de calle, social y joven que, opina Masi, podrían ayudar a crear una estrategia futura: “Se puede partir de ahí, de conceder ciertos lugares abandonados a soñadores y no a especuladores”, sugiere.