Al grito de “¡Joe genocida!”, un grupo de activistas propalestinos interrumpieron el martes el primer gran discurso de la campaña de primarias del presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Es una muestra de que el mandatario afronta este año un arduo camino hacia su reelección entorpecido por dos incómodos conflictos internacionales: una guerra en Gaza que amenaza con extenderse y una contienda en Ucrania que permanece estancada.
Biden llegó a la Casa Blanca hace tres años con la promesa de recuperar el liderazgo estadounidense en el mundo tras cuatro años de caos y aislacionismo de su antecesor, Donald Trump.
Hoy, Trump avanza en las primarias para la candidatura presidencial del Partido Republicano, mientras el líder demócrata intenta hacer equilibrios para que el tablero internacional y sus aspiraciones electorales no salten por los aires.
Casi cuatro meses después de la masacre de Hamás en Israel, la ofensiva israelí contra el grupo islamista en Gaza ha dejado ya más de 25.000 palestinos muertos y una crisis humanitaria que nunca se había visto.
Las presiones de los aliados árabes de Washington forzaron a Biden a exigir contención al Gobierno israelí, pero Estados Unidos mantiene su veto en la ONU a un alto el fuego y sigue suministrando armamento para Israel.
Más recientemente, Biden ha insistido en la necesidad de fundar un Estado palestino tras la guerra, pero ha chocado con el rechazo del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Además, si bien las elecciones estadounidenses giran en torno a la política interna, la guerra de Gaza pasará factura a Biden en las urnas.
Una encuesta publicada por The New York Times el mes pasado señaló que el 57 % de los estadounidenses no aprueba la gestión del presidente sobre la guerra.
El sondeo arrojó un dato todavía más preocupante si cabe para la campaña del Partido Demócrata, dado que el 67 % de los jóvenes menores de 30 años, un grupo clave para la reelección de Biden, quiere un alto el fuego en Gaza.