Las protestas en Perú están bloqueando el acceso a Machu Picchu, uno de los sitios patrimoniales más populares de América del Sur, y la ira local por un nuevo sistema de venta de boletos que detiene el transporte ferroviario al icónico sitio inca y deja varados a algunos turistas.
Los servicios de tren a las antiguas ruinas en lo alto de los Andes han sido suspendidos desde el sábado debido a preocupaciones de seguridad por los manifestantes que bloquean la línea ferroviaria.
Las protestas, que comenzaron a finales de la semana pasada, han dejado a cientos de turistas, que acuden a Machu Picchu desde todo el mundo, sin poder llegar al lugar.
La última disputa ha asestado un nuevo golpe a la industria turística de Perú, que se vio duramente golpeada el año pasado por disturbios civiles generalizados, especialmente en la región andina del sur, que es una zona clave para la enorme industria del cobre del país.
Las mesas redondas entraron el lunes en su segundo día para resolver la disputa entre las autoridades y los manifestantes enojados con el gobierno por consolidar la venta de entradas.
La ministra de Cultura de Perú, Leslie Urteaga, viajó el domingo a la región, pero aún no se ha anunciado una solución a la huelga indefinida que encabezan sindicatos de viajes, operadores turísticos y residentes.
Los representantes de la comunidad en Machu Picchu temen que la nueva plataforma de venta electrónica de boletos perjudique a las empresas locales al privatizar las ventas y dirigir las ganancias a una sola empresa.
Las agencias responsables del cuidado y preservación del sitio han advertido sobre el hacinamiento y la sobreventa de boletos, lo que ha obligado a las autoridades a encontrar nuevas formas de controlar el número de visitantes a medida que los viajes se recuperan a raíz de la pandemia.
El gobierno sostiene que la nueva plataforma de venta de entradas disponible a partir de enero fortalecerá la forma en que se gestiona el número de visitantes. A partir de este mes, las entradas tienen un límite de 4.500 por día, frente a las 3.800 del año pasado.
En septiembre, Perú cerró temporalmente tres áreas de Machu Picchu, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO construido en el siglo XV como santuario religioso de los incas, debido al deterioro del sitio provocado por el gran volumen de visitantes.