El papa Francisco rompió el lunes su silencio sobre las protestas que han convulsionado a Irán y condenó el empleo de la pena de muerte en el país, en declaraciones que parecían legitimar las marchas como manifestaciones que “reclaman más respeto por la dignidad de las mujeres”.
Francisco hizo sus declaraciones en un discurso anual a los embajadores acreditados ante el Vaticano, un discurso sobre política exterior que detalla los temas de mayor preocupación para la Santa Sede.
En sus declaraciones, Francisco vinculó la oposición del Vaticano al aborto con su oposición a la pena capital y dijo que ambas eran una violación del derecho fundamental a la vida.
Francisco ha cambiado la doctrina de la Iglesia sobre la pena de muerte, que ha designado como “inadmisible” en todas las circunstancias.
“El derecho a la vida también se ve amenazado en esos lugares donde se sigue imponiendo la pena capital, como es el caso en Irán en estos tiempos, tras las recientes manifestaciones que reclamaban más respeto por la dignidad de las mujeres”, dijo Francisco. “No puede emplearse la pena de muerte para una supuesta justicia del estado, ya que no supone un disuasorio ni rinde justicia a las víctimas, sino que sólo alimenta la sed de venganza”.
Eran las primeras declaraciones públicas del pontífice sobre las protestas que estallaron en Irán a mediados de septiembre por la muerte de Mahsa Amini. La mujer, de 22 años, murió tras ser arrestada por la policía iraní de la moral supuestamente por incumplir el estricto código de vestuario de la república islámica. Las mujeres han jugado un papel destacado en las protestas, en las que muchas se quitaron el pañuelo islámico obligatorio, conocido como hiyab.
Al menos cuatro personas han sido ejecutadas desde el inicio de las manifestaciones, tras juicios rápidos a puerta cerrada que recibieron críticas internacionales.
Al menos 519 personas han muerto en las manifestaciones de los últimos meses y más de 19 mil 200 han sido detenidas, según Activistas de Derechos Humanos en Irán, un grupo que monitorea las protestas desde su inicio. Las marchas se han convertido en uno de los mayores desafíos a la teocracia chií iraní desde su Revolución Islámica de 1979.
Francisco ha tenido cuidado de no criticar directamente al gobierno iraní, dados sus esfuerzos de fomentar el diálogo con el mundo islámico. Francisco ha entablado una fuerte relación con el imán de Al-Azhar en El Cairo, una sede de enseñanza suní. Sus esfuerzos de entablar diálogos con el mundo suní han sido más cautos, aunque en 2021 celebró un encuentro histórico con el clérigo chií de mayor rango en Irak, el gran ayatolá Ali al-Sistani, nacido en Irán.
No hubo reacción inmediata a las palabras de Francisco, aunque el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, pidió el lunes en Teherán una “firme” reacción a las manifestaciones. Los que provocan incendios en espacios públicos han cometido “traición sin duda”, afirmó, un delito que conlleva pena de muerte en el país. También reiteró las acusaciones de que potencias extranjeras impulsaron los disturbios, sin presentar pruebas que las respaldaran.
Las declaraciones de Jamenei podrían reafirmar a las autoridades para que continuaran con los duros castigos sobre los detenidos.
Francisco se refirió a las protestas iraníes al lamentar en general que en muchos lugares del mundo se trate a las mujeres como “ciudadanas de segunda”.