Las fuerzas de paz de las Naciones Unidas entregaron el miércoles su primera base militar a las fuerzas de seguridad en el este del Congo como parte de una eventual retirada después de décadas de operar en el país. El traspaso se produce mientras la violencia se dispara en la región plagada de conflictos.
Las fuerzas de paz transfirieron la responsabilidad y el equipo en su base en Kamanyola, en la provincia de Kivu del Sur, a la policía nacional del Congo como parte de una reducción gradual acordada entre el gobierno y la ONU el año pasado.
El este del Congo lleva mucho tiempo invadido por decenas de grupos armados que buscan una parte del oro y otros recursos de la región. La ONU ha estado operando en el país durante 25 años y su misión principal es la protección de los civiles. Pero los frustrados congoleños dicen que nadie los protege de los ataques rebeldes, lo que ha llevado a protestas contra la misión de la ONU y otras que en ocasiones se han tornado mortales.
El año pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU extendió el mandato de mantenimiento de la paz hasta el 20 de diciembre y decidió que su límite de tropas hasta el 30 de junio debería ser de 13.500 militares, 660 observadores y oficiales militares y 2.001 policías internacionales. Ordenó una reducción a partir de julio a 11.500 militares, 600 observadores y oficiales militares y 1.713 policías internacionales.
Se espera que la misión cierre 14 bases e instalaciones en Kivu del Sur para junio, momento en el que el Consejo de Seguridad de la ONU decidirá un cronograma para el resto de la retirada.
La reducción se produce en medio de un aumento de la violencia en las últimas semanas cuando uno de los grupos rebeldes más activos, el M23, lanzó ataques contra una comunidad considerada la última línea de defensa antes de la ciudad más grande de la región, Goma.
El M23, con presuntos vínculos con Ruanda, había estado inactivo durante casi una década, pero resurgió hace más de dos años. Sus combatientes están acusados de apoderarse de grandes extensiones de tierra, obligando a miles de personas a huir y provocando una terrible crisis humanitaria.
La ONU dice que ha estado apoyando al ejército del Congo defendiendo posiciones que protegen a los civiles, que permanecen intactas a pesar de ser atacadas.
En su intervención en la ceremonia del miércoles, la jefa de la misión de la ONU, Bintou Keita, dijo que esperaba que la entrega fuera el comienzo de un proceso de retirada pacífica.
Pero el miércoles hubo emociones encontradas entre la población cuando se entregó la base. Algunos elogiaron la misión por su labor de consolidación de la paz. La ONU ha contribuido mucho, dijo Gloire Bahati. “Me imagino que sin él, nuestros enemigos nos pisotearían a todos”.
Otros dijeron que era hora de que las fuerzas de seguridad del Congo protegieran el país, señalando que décadas de participación extranjera habían dado poco resultado.