Dice la candidata Claudia Sheinbaum Pardo que el 2 de junio podría haber un “fraude electoral’; incluso, asegura que ella sabe que se está “fraguando” un esquema que consiste en “pedir las credenciales” a los electores y manipular en las urnas el sufragio.
De entrada parece paranoico lo que señala, máxime si se toma en cuenta que los fraudes electorales siempre se cometen desde el poder y, en estos momentos, quienes detentan el control político del país, son los del partido de Sheinbaum.
Hay que tomar en cuenta que es más factible que sea Morena quien busque inclinar los resultados electorales, tanto presidenciales, como de gubernaturas, alcaldías y diputaciones y senadurías, a favor de sus huestes.
Morena tiene no solo el poder presidencial (y presupuestal), sino a 23 gobernadores (más uno que otro esquirol), quienes trabajan a diario, legal o ilegalmente, para que llegue a la Presidencia la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
También hay otra señal ominosa, no para Sheinbaum, sino para el conglomerado opositor, con un Instituto Nacional Electoral encabezado por una morenista como lo es Guadalupe Taddei, quien ha dado muestras de todo, menos de imparcialidad.
Lo cierto es que la advertencia de Sheinbaum es un sinsentido. No tiene bases para decir que “le van a cometer fraude” y sí, por el contrario, lo que se advierte es que sea todo lo contrario.
Hay que observar otro aspecto importante: la oposición no tiene hasta estos días el 100% de los representantes de casilla, lo que, en todo caso, facilitaría que Morena hiciera con el conteo de votos lo que le viniera en gana en la gran mayoría de los municipios.
La trampa podría partir del oficialismo; las tretas que antaño eran potestad del PRI, podrán partir de las huestes guinda, con lo que ahora seguramente no habrá “ratón loco”, ni “carrusel”, ni urnas embarazadas, pero sí intimidación y amenazas de quienes se han convertido en aliados de la 4T: la delincuencia organizada, con lo que se puede desestimular el deseo ciudadano de votar.
Se vale curarse en salud, pero el argumento de que “ya los conocen’’, resulta, con esta composición política, irrisorio.