El papa Francisco viaja desde mañana y hasta el 6 de febrero a la República Democrática del Congo (RDC) y a Sudán del Sur en un intento de impulsar la paz en dos países destrozados por la guerra civil y cuyos pueblos esperan que esa importante visita les otorgue “la dignidad” de formar parte del mundo.
Después de tener que aplazar el viaje previsto en julio por sus problemas de movilidad, Francisco prometió que iría, como recordó este domingo, a “República Democrática del Congo, desgarrada por enfrentamientos armados y explotación” y a “Sudán del Sur, destrozado por años de guerra que han obligado a tantas personas a vivir desplazadas y en condiciones de gran penuria”.
”La situación social en la RDC deja mucho que desear. Basta pensar en la agresión y explotación de la que son víctimas niños, mujeres, jóvenes y ancianos inocentes. Las potencias internacionales que buscan materias primas que llenan el subsuelo congoleño no hacen más que fomentar las guerras que cada día causan víctimas”, explica sor Rita.
La población “espera del papa apoyo, aliento y acompañamiento espiritual, que tendrán un fuerte impacto social”.
Francisco llega a la RDC cuando se ha recrudecido la violencia en el este del país entre el ejército y las milicias que existen en la zona fronteriza con Ruanda y por ello ha tenido que renunciar a la prevista etapa en Goma.
Más de 200 civiles han muerto en las últimas seis semanas en la región de Ituri y al menos 52.000 personas han huido, que se suman a los más de 1,5 millones de desplazados en la provincia, según Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
También viaja a Sudán del Sur, un país escindido del resto de Sudán en 2011, que ningún pontífice ha visitado y al que Francisco quería ir desde 2018, cuando se le invitó después de que se firmase en Roma un esperanzador acuerdo de paz con la colaboración del movimiento católico Comunidad de San Egidio.