“Así como una serpiente muda su piel, nosotros debemos despojarnos de nuestro pasado, una y otra vez”, dice Megan Thee Stallion en la introducción hablada de su video musical “Cobra”. Es el primer sencillo de “Megan”, su tercer álbum de estudio, y una de las muchas canciones que canalizan a las serpientes.
Suena tan fuerte como siempre, encima de riffs ruidosos y sintetizadores vibrantes. Megan estira y aprieta las sílabas para realzar el peso de sus palabras, un recordatorio de que ha vivido algunos años de pesadilla y que está trabajando para salir del otro lado. Puede sonar duro para los oídos esperando sus declaraciones veraniegas de chica sexy y que se siente bien, pero en este álbum, Megan está más interesada en exorcizar los demonios que le han dado los que la odian.
Tiene sentido que Megan Thee Stallion, cuyo nombre de nacimiento es Megan Pete, ponga el mismo título a este disco, nacido de una nueva autonomía. Es un álbum autoeditado, habiendo llegado a un acuerdo con su antiguo sello discográfico 1501 Certified Entertainment después de tres años de litigio.
También es su primer álbum desde el final del caso penal contra Tory Lanez, quien fue sentenciado a 10 años de prisión en agosto por disparar y herir a Megan en los pies, concluyendo una saga legal y cultural de tres años que vio dos carreras y vive sumido en la confusión.
En los años posteriores al tiroteo de 2020, Megan, tres veces ganadora del Grammy y superestrella del hip-hop, se convirtió en el blanco de información errónea generalizada y vitriolo en las redes sociales dirigido contra ella en un claro ejemplo de misoginoir, un tipo específico de misoginia experimentado por mujeres negras.
Ha logrado convertir ese dolor y esa traición en arte o, al menos, filtrar sus frustraciones a través de él, agudizando su fluidez en el proceso. “Boa” es segura de sí misma, con una muestra enérgica del éxito de 2004 de Gwen Stefani, “What You Waiting For?”
“Hiss” es una pista mordaz con varios objetivos, otra pista de dominio propio. Se encuentran compases fanfarrones a cada paso, desafiados en únicamente unos momentos, como en la repetición de “I’mworthy/notworthy” en la canción pop “Worthy”. Golpea como un mantra meditativo pronunciado frente a un espejo, una mujer trabajando para convencerse de su propio valor.