El presidente Emmanuel Macron rechazó la renuncia del primer ministro de Francia y le pidió que permaneciera temporalmente como jefe de gobierno después de que un resultado electoral caótico dejara al gobierno en el limbo. Los votantes dividieron la legislatura en izquierda, centro y extrema derecha, sin dejar ninguna facción siquiera cercana a la mayoría necesaria para formar un gobierno. Los resultados de la votación del domingo aumentaron el riesgo de parálisis para la segunda economía más grande de la Unión Europea.
Macron apostó a que su decisión de convocar elecciones anticipadas le daría a Francia un momento de aclaración, pero el resultado demostró lo contrario, menos de tres semanas antes del inicio de los Juegos Olímpicos de París, cuando el país estará bajo la atención internacional.
El mercado de valores francés cayó al abrir antes de recuperarse rápidamente, posiblemente porque los mercados temían una victoria absoluta de la extrema derecha o de la coalición de izquierda.
El primer ministro Gabriel Attal había dicho que permanecería en el cargo si fuera necesario, pero presentó su renuncia el lunes por la mañana.
Macron, que lo nombró hace apenas siete meses, inmediatamente le pidió que se quedara para garantizar la estabilidad del país. Los principales aliados políticos de Macron se unieron a la reunión con Attal en el palacio presidencial, que terminó después de unos 90 minutos.
Attal dejó claro que no estaba de acuerdo con la decisión de Macron de convocar elecciones sorpresa. Los resultados de dos rondas de votación no dejaron un camino obvio para formar un gobierno para la coalición de izquierda que quedó en primer lugar, la alianza centrista de Macron o la extrema derecha.
Según los resultados oficiales publicados, los tres bloques principales estaban muy por debajo de los 289 escaños necesarios para controlar la Asamblea Nacional de 577 escaños, la más poderosa de las dos cámaras legislativas de Francia.
En lugar de apoyar a Macron como esperaba, millones de personas aprovecharon la votación como una oportunidad para desahogar su enojo por la inflación, el crimen, la inmigración y otros agravios, incluido su estilo de gobierno.
A diferencia de otros países de Europa que están más acostumbrados a gobiernos de coalición, Francia no tiene una tradición de que legisladores de campos políticos rivales se unan para formar una mayoría. Francia también está más centralizada que muchos otros países europeos y muchas más decisiones se toman en París.