El régimen sirio abrió los pasos fronterizos de Bab al Salam y Al Raee durante un periodo de tres meses para facilitar la entrada de ayuda humanitaria en el país.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, anunció en un comunicado la medida adoptada por Damasco en un comunicado en el que destaca que permitirá acceder a las víctimas del terremoto que ha dejado más de 40.000 víctimas en ambos lados de la frontera.
Estos pasos están situados en la frontera entre Turquía y Siria, en el noroeste de Siria. “Mientras la cifra de muertos por el terremoto del 6 de febrero continúa aumentando, la entrega de suministros alimentarios, sanitarios, nutricionales, de protección, de refugio, invernales y otros productos vitales a los millones de afectados es la principal urgencia”, dijo Guterres.
Hasta ahora, la ONU y sus socios humanitarios solo estaban autorizados a usar el paso de Bab al Hawa, entre territorio turco y la provincia de Idlib, en virtud de una resolución del Consejo de Seguridad, que les permite suministrar ayuda a esta zona opositora sin permiso del Gobierno sirio.
Aunque la organización reclama más accesos desde hace años, la crisis de los últimos días llevó a Naciones Unidas a buscar de urgencia la apertura de estas dos nuevas vías para entrega ayuda a la población, y con esa intención viajó Griffiths a Damasco.
En los últimos días, el régimen sirio había mantenido su postura de que toda la asistencia debería canalizarse desde el interior del país, una vía que la ONU ha usado en algunas ocasiones, pero por la que asegura que es mucho más complicado proceder al necesitar coordinación entre las partes del conflicto y requerir atravesar el frente de combate.
Ya el domingo el dictador Bachar al Asad se había mostrado abierto a considerar la apertura de accesos adicionales en la frontera, según había dicho tras verse con él el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.
A priori, la decisión del régimen hace innecesario un voto en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde varios países estaban preparando una resolución para autorizar el uso de estos dos nuevos pasos fronterizos.
La cuestión de la ayuda transfronteriza a las zonas rebeldes de Siria ha sido en los últimos años un tema muy controvertido en el Consejo, donde Rusia -el gran aliado de Al Asad- ha ido obligando a recortar el número de cruces disponibles hasta dejarlo solo en uno. Aunque el cruce de Bab al Hawa quedó intacto tras el terremoto, los daños en carreteras aledañas hicieron que el noroeste sirio tuviese que esperar cuatro días desde el seísmo para recibir ayuda, una demora por la que la ONU ha sido muy criticada en esas zonas.
El último balance oficial de víctimas mortales turco eleva a 31.634 los fallecidos por los terremotos, mientras que en Siria el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos informó de 9.300 muertos, por lo que superan ya los 40.000 en total.