Francia ordenó el jueves el despliegue de 40.000 agentes y decretó el toque de queda en varias ciudades en previsión de una tercera noche de disturbios tras la muerte de un joven por un disparo de la policía en un suburbio de París.
Por tercer día consecutivo, las calles de Nanterre y de la misma París se llenaron de manifestantes que protestaron. Nuevamente, la marcha -inicialmente pacífica- devino en enfrentamientos con las fuerzas del orden y la tensión se elevó al máximo en la zona.
Con el fin de contener a las más de 6.000 personas allí presentes, el Ejecutivo francés reforzó la presencia de agentes de seguridad en la zona con el despliegue de 40.000 agentes más y dispuso el toque de queda en la región, tras no ver señales de una desescalada en los episodios.
El medio local Le Parisien informó que algunos de estos disturbios tuvieron lugar en la plaza Nelson Mandela, donde un grupo de manifestantes lanzó proyectiles contra la policía y varios vehículos fueron incendiados. Las fuerzas del orden respondieron con gases lacrimógenos y porras, a fin de dispersar a la multitud.
También se registraron saqueos en los locales cercanos y hasta un incendio al interior de una de las tiendas.
A raíz de estos episodios ya hay más de 180 detenidos y otros 170 oficiales resultaron heridos, declaró el ministro del Interior, Gérald Darmanin, quien ratificó que espera que “la respuesta del Estado sea firme” y que permita “restablecer el orden republicano”.
Por su parte, el presidente Emmanuel Macron repudió la “injustificable” violencia en estas protestas y señaló que “el recogimiento, la Justicia y la calma deben guiar las próximas horas” mientras que la primera ministra Elisabeth Borne llamó a “evitar una escalada” mientras “la Justicia hace su trabajo”.
No obstante, en un primer momento, la concentración fue pacífica y contó con la presencia de familias, jóvenes y hasta políticos como Éric Coquerel -de La Francia Insumisa- y la secretaria general del Partido Verde francés, Marine Tondelier.
La “Marcha Blanca” de este jueves, convocada por la familia del joven, contó con la presencia de su madre, quien agradeció el apoyo de la ciudadanía y se unió a su desfile que terminó en los juzgados de Nanterre. Allí, pocos minutos antes de su llegada, el fiscal de la ciudad, Pascal Prache, había definido la prisión preventiva del oficial acusado del homicidio.
“Estoy aquí por mis hijos. Siempre son los mismos a los que llaman delincuentes”, dijo entre coros de “Justicia por Naël” y “Nunca más” Naima, de 32 años, que participó de la concentración de este jueves junto a sus dos hijos.
Esta ola de protestas surgió como respuesta a la muerte de Naël, un joven de 17 años que, el martes por la noche, tras recibir un disparo policial por supuestamente desobedecer sus órdenes durante un control de tránsito.
El agente, de 38 años, fue separado de su cargo y se encuentra en prisión mientras aguarda el inicio del juicio que determinará su accionar, por el que está señalado de homicidio voluntario ya que -de momento- se considera que no se cumplieron “las condiciones legales” para el uso de su arma.
No obstante, el oficial explicó que su intención aquella noche fue “evitar una nueva fuga del vehículo”, conducido por el fallecido, a quien, a su vez, adjudicó un comportamiento “peligroso”.