Un equipo de ingenieros de la Universidad Northwestern (EE.UU.) ha realizado el primer estudio que cuantifica los efectos del cambio climático subterráneo sobre las infraestructuras, descubriendo que las edificaciones no están diseñadas para enfrentar el “peligro silencioso” que las acecha desde el subsuelo.
Según detalla la universidad, el fenómeno conocido como “cambio climático subterráneo” es causado por el calor continuamente emanado por los edificios y el transporte público subterráneo, provocando que la temperatura del subsuelo poco profundo aumente en promedio entre 0,1 y 2,5° C por década.
La variación de la temperatura del subsuelo provoca que este se deforme, causando que el terreno en el que se construyen los edificios y los cimientos de las estructuras se dilaten y se contraigan constantemente, e incluso lleguen a agrietarse, lo que afecta el rendimiento operativo y la durabilidad de las estructuras a largo plazo.
Durante su estudio, los expertos instalaron más de 150 sensores de temperatura en los sótanos de los edificios, túneles de metro, aparcamientos subterráneos y subsuelos de calles del centro financiero de Chicago (EE.UU.), así como en el Grant Park, un área verde junto al lago Michigan sin edificaciones y alejada de sistemas de transporte subterráneos.
Como resultado, descubrieron que el subsuelo del distrito financiero es en promedio 10° C más caliente que el del área verde, mientras que la temperatura del aire en las estructuras subterráneas llega a ser hasta 25° C superior que la registrada en el suelo inalterado.
A pesar de que el aumento de la temperatura del subsuelo amenaza la integridad de las construcciones, los investigadores aseguran que el calor emitido por los sistemas de transporte subterráneo, los aparcamientos y los sótanos podría ser utilizado como un recurso energético.
De acuerdo a los investigadores, el recurso energético térmico sin explotar podría ser aprovechado al integrar tecnologías geotérmicas “para recoger el calor residual y suministrarlo a los edificios para calefacción”, lo que minimizaría la cantidad de calor que penetra en el suelo. “El cambio climático subterráneo es un peligro silencioso. El suelo se está deformando como consecuencia de las variaciones de temperatura y ninguna estructura civil o infraestructura existente está diseñada para soportarlo”, apuntó Rotta Loria.
Asimismo, el experto hizo hincapié en la necesidad de desarrollar los medios para evitar que los sistemas de cimentación y la infraestructura en general continúen viéndose afectados.