Rebeldes islámicos mataron a 11 agricultores y secuestraron a varios más en el noreste de Nigeria, dijeron el lunes lugareños y autoridades, en el último de varios ataques de este tipo que, según los analistas, amenazan el suministro de alimentos en la región más afectada.
Los rebeldes atacaron a los agricultores mientras trabajaban en sus campos en el distrito Jere del estado de Borno el domingo por la tarde antes de decapitarlos y disparar e herir a otros mientras escapaban, según Dauda Ibrahim, un residente de la zona.
“Alrededor de seis de los agricultores asesinados eran de la misma familia”, dijo Dauda.
El portavoz de la policía de Borno, Daso Nahum, confirmó el ataque pero no pudo proporcionar más detalles y dijo que el jefe de policía del estado se encuentra en la zona para evaluar la situación.
Este tipo de ataques contra agricultores se han vuelto rampantes en el estado de Borno, donde rebeldes extremistas islámicos lanzaron una insurgencia en 2009 para luchar contra la educación occidental y establecer la ley islámica Shariah en la región.
Los ataques han aumentado los temores de que el hambre empeore en la conflictiva región donde 4,4 millones de personas enfrentan hambre aguda, según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.
Al menos 35.000 personas han muerto y más de 2 millones han sido desplazadas debido a la violencia del grupo Boko Haram y una facción separatista respaldada por el Estado Islámico, según agencias de la ONU en Nigeria.
“Estos ataques a las granjas tienen implicaciones importantes para la seguridad alimentaria en la región”, dijo Bukar Babakura, analista de asuntos públicos en Borno. Dijo que los residentes de Borno están “profundamente preocupados” por las consecuencias a largo plazo de los ataques, especialmente para las comunidades que dependen de lo que producen para sustentarse.
David Steven, consultor de seguimiento y evaluación con sede en Borno, dijo que los ataques podrían causar más dificultades en la empobrecida región.
“La frecuencia e intensidad de estos ataques ya hacen temer que puedan volverse más generalizados e incluso más violentos”, afirmó Steven.