Los pasajeros aéreos que viajaban hacia y desde París sufrieron importantes perturbaciones, a pesar de la decisión de los controladores aéreos de cancelar una huelga tras negociaciones de último minuto. Las operaciones de vuelo se redujeron sustancialmente debido a los ajustes realizados en los horarios antes de la acción industrial propuesta.
Las autoridades de aviación civil francesas habían solicitado preventivamente a las aerolíneas que redujeran significativamente sus vuelos: un 75% en París-Orly, un 55% en Charles-de-Gaulle y un 65% en Marsella-Provenza, con reducciones variables en otros aeropuertos franceses. Como resultado, las operaciones se vieron gravemente limitadas, lo que afectó también a los vuelos internacionales que cruzan el espacio aéreo francés.
Si bien los vuelos que operaron solo enfrentaron retrasos moderados, cancelaciones significativas y ajustes de programación provocaron continuas dificultades de viaje para miles de pasajeros. Las consecuencias fueron particularmente notables en los principales aeropuertos como París-Orly, donde los retrasos agravaron los desafíos del día.