En Coahuila, en el debate realizado la tarde del domingo, la disputa por la gubernatura será entre la alianza PRI-PAN-PRD y el PT.
A pesar de que en las encuestas el candidato de la alianza tripartita, Manolo Jiménez Salinas, se mantiene en un indiscutible primer lugar y el morenista Armando Guadiana en segundo, después del debate hay encuestas que demuestran un avance importante del candidato petista, el exsubsecretario de Seguridad Ricardo Mejía Berdeja.
Se notó que Guadiana llegó muy poco preparado para el debate que desde un principio debió entender que no era contra el priista, sino con su excompañero de partido.
Si el empresario no lo entendió o sus asesores no lo supieron interpretar, pagaron con un porcentaje de su feligresía su incompetencia.
Encuestas telefónicas levantadas después del encuentro, arrojaron que un porcentaje de los televidentes consideró que las mejores propuestas las hizo Jiménez y en el segundo lugar colocaron a Mejía Berdeja; el tercero fue para Guadiana.
El salto de Mejía fue muy grande: del 9% con el que llegó al debate al 23% que le concedieron algunas encuestas hay un avance.
Evidentemente, no fue Manolo Jiménez quien perdió las simpatías que ganó Mejía (de hecho, el aliancista aumentó su ventaja) sino el candidato de Morena.
Guadiana pasará a la historia de los debates no solo por la foto que se publicó en la que aparentemente está dormido y por la pausa que pidió para ir al baño, sino por no haber aprovechado el aparato de Estado que trabajó para que pudiera hacerle frente a la alianza.
Falto de argumentos – la repetición de los dichos presidenciales mañaneros ya no vende – y notablemente cansado, Guadiana no está para competirle a Jiménez y menos para enfrentar a Mejía.
Quizá eso ya lo preveía la dirigencia de Morena, que ha volcado todos sus recursos, los buenos y los malos, para hacer ganar a Delfina Gómez en el Estado de México.
El viernes será el debate entre Gómez y la candidata de la alianza Alejandra del Moral; ya se verá si la morenista sufre el síndrome de Guadiana o si, con la experiencia del domingo, llega con propuestas y no con el gastado discurso de la culpa ajena.