En el contexto de crecientes tensiones entre Estados Unidos y México, Donald Trump, quien regresará a la presidencia de EE. UU. en 2025, ha propuesto una operación discreta para combatir el narcotráfico en México. Apodada como una “invasión suave”, esta operación encubierta tiene como objetivo eliminar a los líderes de los cárteles que operan en el país.
La “invasión suave” no es un ataque militar abierto, sino una serie de operaciones clandestinas llevadas a cabo por fuerzas especiales de Estados Unidos. Según el reporte, el plan de Trump sería ejecutado por unidades de élite como los Navy SEALs y Delta Force, quienes trabajarían en conjunto con las autoridades mexicanas para eliminar a los líderes de los cárteles más poderosos del país.
El principal objetivo de la operación de “invasión suave” es erradicar las organizaciones criminales que operan con impunidad en México. Las fuerzas estadounidenses se concentrarían en territorios clave como Sinaloa, que se encuentra en medio de una guerra interna entre facciones del cártel tras la captura de Ismael «El Mayo» Zambada. Además, se dirigirían contra grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), cuyos líderes han ganado notoriedad por sus operaciones violentas y su influencia en todo el país.
El enfoque de esta operación no sería solo eliminar a los líderes de los cárteles, sino también catalogarlos como organizaciones terroristas, lo que permitiría aplicar medidas aún más estrictas para desmantelar su infraestructura y operaciones.
El futuro gabinete del presidente electo estadounidense debate sobre si Donald Trump debería cumplir su promesa de campaña de atacar o incluso invadir México, como parte de su “guerra” contra los cárteles de la droga, y se barajan varias alternativas como el envío de “equipos de exterminio” encubiertos, acciones con drones o ataques aéreos.
El plan de Trump tiene implicaciones profundas para la soberanía de México. El envío de fuerzas especiales estadounidenses a territorio mexicano sin un acuerdo oficial violaría principios internacionales clave y podría interpretarse como una invasión. A pesar de la colaboración potencial entre las fuerzas mexicanas y estadounidenses, la presencia de fuerzas extranjeras en suelo mexicano generaría un conflicto con los principios de no intervención que rigen las relaciones internacionales.
Una de las consecuencias más peligrosas de esta “invasión suave” sería el impacto sobre la confianza del pueblo mexicano en sus propias autoridades. La intervención de las fuerzas especiales estadounidenses podría hacer que la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano fueran relegados a un segundo plano, perdiendo autoridad en un momento de gran vulnerabilidad en el que la seguridad nacional es crucial.
El reportaje apunta que la idea de realizar bombardeos o ataques en México ha ganado apoyo entre los republicanos y recuerda que los próximos secretarios de Defensa y Estado, Pete Hegseth y Marco Rubio, así como el futuro ‘zar’ fronterizo y el asesor de Seguridad Nacional, Tom Homan y Mike Waltz, han mostrado su respaldo al despliegue de tropas estadounidenses en territorio mexicano.
La presencia de tropas estadounidenses en México también tensaría las relaciones diplomáticas entre ambos países. Tradicionalmente, México ha mantenido una postura de rechazo ante la intervención militar extranjera, lo que ha sido un pilar en su política exterior. Si esta operación se lleva a cabo sin el consentimiento de las autoridades mexicanas, podría dar lugar a una crisis diplomática con consecuencias impredecibles.
Eliminar a los líderes de los cárteles de México no resolvería necesariamente el problema del narcotráfico. De hecho, podría empeorar la situación, ya que la falta de liderazgo dentro de estas organizaciones podría desencadenar una lucha interna entre las facciones rivales. Estos enfrentamientos internos no solo podrían intensificar la violencia en México, sino también crear vacíos de poder que podrían ser aprovechados por otros grupos criminales.
Aunque el plan de Trump se presenta como una solución rápida para erradicar a los cárteles, una alternativa podría ser una colaboración más profunda entre ambos países en áreas como inteligencia, seguridad pública y desarrollo económico. Para combatir el narcotráfico de manera efectiva, se necesita un enfoque integral que no solo aborde los aspectos criminales, sino también las causas sociales y económicas que alimentan estas organizaciones.
El plan de Donald Trump plantea un escenario complicado para las relaciones bilaterales. Si bien el objetivo de combatir al narcotráfico es legítimo, las consecuencias para la soberanía de México, la confianza en sus autoridades y las tensiones diplomáticas podrían ser graves. La colaboración estrecha entre México y Estados Unidos, respetando la soberanía de ambos países, parece ser el camino más prudente para enfrentar este desafío global.
Sin embargo, el futuro presidente considera primero advertir al gobierno mexicano de que, o detiene el flujo de fentanilo a Estados Unidos en un plazo determinado, o el Ejército estadounidense entrará en México, acción para la que ya solicitó desde al menos hace un año “planes de batalla” específicos y otras alternativas militares para “atacar a México”.
El reportaje señala que el próximo secretario de Estado, Marco Rubio, apoya la idea, siempre y cuando esté involucrado el gobierno de Claudia Sheinbaum en estas acciones, con el apoyo de las fuerzas armadas y de seguridad de México.
De hecho, el futuro asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, presentó el año pasado un proyecto de ley que autoriza el uso de la fuerza militar para atacar a los cárteles del narcotráfico.