Este fin de semana el grupo mexicano reunió a más de 18 mil personas en el Palacio de los Deportes. Demostraron que sus 40 años en el escenario lograron que sus fans se se deleitaran con un magno show al cierre de su México lindo y querido en el Palacio de los Deportes
En el escenario se mostró una pantalla que cubría todo el escenario, donde el grupo estaba detrás de ella. Fher, con una chaqueta verde aqua y lente oscuro entonó Mándame una señal como primer plato; Alex calentaba los motores en la batería; Juan llevaba el ritmo en su bajo, y Sergio hacía hablar a su guitarra, porque esto apenas comenzaba y pintaba para ponerse bueno.
En el fondo, una pantalla enorme se encendió para mostrar a la banda mientras que la pantalla que se elevaba se partió en cuatro partes para darle un cachito a cada uno de los integrantes que, con De pies a cabeza, le arrancó la voz al público que acompañaba a Fher mientras se paseaba por la pasarela.
“Muy buenas noches, Ciudad de México. Con madre estar aquí esta noche, nosotros estamos muy contentos de andar aquí después de estar en el norte, en el sur, en el Atlántico, aquí hoy, esta noche, cerramos el tour México lindo y querido, después de 100 conciertos, esta noche terminamos y echamos toda la carne al asador”, lanzó Fher.
Canción tras canción la banda hizó que el Palacio cobró vida con las voces de todos sus fans que entonaron cada una de las canciones de la agrupación.
Por mucho tiempo Maná no fue considerado una banda de rock, pero tampoco lo necesitaban, ellos se dedicaron a hacer la música que les gustaba y que les movía, si llevaba rock, bien, si llevaba coplas, bien, si llevaba pop, también, lograron tener un sonido que los hizo identificables no solo en su país de origen.
Fue justo eso lo que los convirtió en la banda mexicana con mayor exposición en el mundo, con canciones como Mariposa traicionera o Como diablos, los hicieron conquistar lugares como Japón o Turquía, pero lo importante para los Maná es seguir conquistando a su público, como lo hicieron ayer.
Obviamente Maná estaba listo para ir subiendo el nivel de energía del Palacio y en su repertorio no podía faltar Se me olvidó otra vez, de Juan Gabriel, con un arreglo de salsa que hizo bailar al público.
Los Maná saben cómo llevar de paseo a sus fans y con Oye mi amor fue la oportunidad perfecta no solo para armar el reventón en forma. Fher se echó otro trago de “gasolina”, el público entonó la rola a todo pulmón y además le dieron el gusto a la banda de responder a cada una de las indicaciones que daba el vocalista.
Alex dio una muestra de porque le dicen El animal, no es de a gratis, es una bestia a la hora de aporrear la batería —con los ojos abiertos y cerrados— y él solo que hizo, que es casi como si entrara en un trance y viaje personal, dejó a más de uno con la boca abierta; no por nada también toca en De la Tierra.
Maná dejó lo mejor para el final, y es que el cierre de una gira debía ser así, por todo lo alto, por eso Alex se colocó en su batería y se dio vuelo con Me vale, a la que siguieron En el muelle de San Blas, Clavado en un bar y el clásico Rayando el sol.