Cinco años después de que el grupo Estado Islámico perdiera el último pedazo de tierra que controlaba en Siria, casi 30.000 hijos de militantes y sus partidarios de diversas nacionalidades están sufriendo abusos en campos, prisiones y centros de rehabilitación en el noroeste del país devastado por la guerra, informó la ONU. La Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre Siria dijo que la mayoría de los niños fueron llevados por sus padres a partes de Siria e Irak después de que los extremistas declararan un califato allí en 2014, e instó a todos los países con niños en Siria a repatriarlos e integrarlos en sus sociedades.
El mayor número de niños se aloja en el campamento de al-Hol, que alberga a decenas de miles de personas, en su mayoría esposas e hijos de combatientes del EI, así como partidarios del grupo militante. Un número menor de niños se aloja en el campamento Roj, mientras que los adolescentes permanecen en cárceles y reciben rehabilitación a cargo de las Fuerzas Democráticas Sirias lideradas por los kurdos, respaldadas por Estados Unidos.
“Estos niños ya fueron víctimas durante el gobierno del EIIL, únicamente para ser sometidos a años de continuas violaciones y abusos de los derechos humanos”, dijo la comisionada Lynn Welchman, utilizando un acrónimo para referirse al Estado Islámico.
En el campo de al-Hol, que se encuentra en una ciudad que lleva el mismo nombre cerca de las fronteras iraquíes, la mayoría de las ex repúblicas soviéticas e Irak han participado activamente en la repatriación de sus ciudadanos.
Las instalaciones alguna vez albergaron a 73.000 personas, la gran mayoría de ellas sirias e iraquíes. En los últimos años, la población se redujo a casi 45.000 personas a medida que algunos países repatriaron a sus ciudadanos, dijo Sheikhmous Ahmad, un funcionario kurdo que supervisa los campamentos para desplazados en el noreste de Siria.