Activistas por los derechos de los refugiados criticaron al gobierno pro Unión Europea de Polonia por sus planes de reforzar la seguridad en la frontera con Bielorrusia y por continuar una política iniciada por sus predecesores de hacer regresar a los inmigrantes a través de la frontera. Los activistas organizaron una conferencia de prensa en línea después de que el primer ministro polaco, Donald Tusk, hiciera su primera visita a la zona fronteriza desde que asumió el cargo en diciembre. Tusk se reunió en esa región oriental con guardias fronterizos, soldados y policías, y prometió que Polonia no escatimaría gastos para fortalecer la seguridad.
Tusk dijo que Bielorrusia estaba intensificando una guerra híbrida contra la UE, utilizando a los inmigrantes para ejercer presión en la frontera. Citó la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia como otra razón para fortalecer aún más la frontera entre Polonia, miembro de la OTAN, y Bielorrusia, un estado represivo aliado de Rusia.
Los migrantes, la mayoría de ellos de Oriente Medio y África, comenzaron a llegar en 2021 a la frontera, que forma parte de la frontera exterior de la UE, en su intento de entrar en el bloque. Las autoridades polacas intentaron mantenerlos fuera, haciéndolos retroceder, algo que, según los activistas, viola el derecho internacional.
Las autoridades de la UE acusaron al autoritario presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, de atraer inmigrantes allí para crear una crisis migratoria que desestabilizaría a la UE.
Una vez que se abrió la nueva ruta, muchos otros inmigrantes continuaron siguiendo el camino, considerándolo un punto de entrada más fácil que las rutas más peligrosas a través del Mar Mediterráneo. Aun así, algunos inmigrantes han muerto, y algunos han sido enterrados en cementerios musulmanes y cristianos en Polonia.
El anterior gobierno populista de Polonia, que chocó con la UE por cuestiones de estado de derecho, construyó el muro de acero que recorre los 187 kilómetros de frontera terrestre entre Polonia y Bielorrusia. El río Bug separa los países a lo largo de parte de la frontera.
El gobierno anterior de Polonia, encabezado por el partido Ley y Justicia, era fuertemente antiinmigrante, construyó el muro y lanzó una política para hacer retroceder a los inmigrantes irregulares a través de la frontera.
Los activistas esperaban que la política cambiara bajo el gobierno de Tusk, quien es más liberal socialmente y evita el lenguaje que denigra a los inmigrantes y refugiados. Sin embargo, también adopta una postura firme contra la migración irregular.
Los activistas dicen que ahora les resulta más difícil difundir su mensaje debido a la popularidad y el respeto que goza Tusk en el extranjero.