Los restos carbonizados de al menos 26 víctimas del gobierno de Bashar Assad fueron localizados el martes por trabajadores de defensa civil sirios en dos sótanos separados en la zona rural de Damasco.

El descubrimiento se suma a la creciente cantidad de fosas comunes desenterradas desde la caída del gobierno de Assad en diciembre. Los restos, que se cree que incluyen hombres, mujeres y niños, mostraban evidencia de heridas de bala y quemaduras.

Miembros de los Cascos Blancos de Siria, un grupo voluntario de defensa civil, exhumaron los restos esqueléticos fragmentados y desgastados del sótano de dos propiedades en la ciudad de Sbeneh, al suroeste de la capital.

Con trajes de protección, registraron y codificaron cuidadosamente cada conjunto de restos antes de colocarlos en bolsas para cadáveres, que luego fueron cargadas en camiones para su transporte.

Desde el 28 de noviembre, los Cascos Blancos han descubierto más de 780 cadáveres, la mayoría de identidad desconocida, dijo Abed al-Rahman Mawwas, miembro del servicio de rescate. Dijo que muchos fueron encontrados en fosas poco profundas descubiertas por lugareños o desenterradas por animales.

Los cuerpos son transferidos a médicos forenses para determinar sus identidades, hora y causa de muerte, así como para relacionarlos con posibles familiares.

El gobierno de Asad, que gobernó Siria durante más de dos décadas, empleó ataques aéreos en áreas civiles, torturas, ejecuciones y encarcelamientos masivos para mantener el control sobre Siria y reprimir a los grupos de oposición durante la guerra civil de 13 años del país.

En un informe publicado la Comisión de Investigación de las Naciones Unidas sobre Siria dijo que las fosas comunes pueden usarse como evidencia para descubrir el destino de miles de detenidos desaparecidos.

El informe, que abarca 14 años de investigaciones y se basa en más de 2.000 testimonios de testigos, incluidos más de 550 sobrevivientes de la tortura, detalla cómo los detenidos en las famosas prisiones de Siria que sufrían heridas de tortura, desnutrición, enfermedades y dolencias, eran abandonados a morir lentamente, con un dolor agonizante, o eran llevados para ser ejecutados.

La caída de Assad el 8 de diciembre llevó a cientos de familias a recorrer cárceles y morgues en busca desesperada de sus seres queridos. Aunque muchos fueron liberados tras años de prisión, miles siguen desaparecidos y su suerte aún se desconoce.

El informe de la ONU documentó métodos brutales de tortura por parte del gobierno anterior, incluyendo “golpizas severas, descargas eléctricas, quemaduras, arrancamiento de uñas, daño de dientes, violación, violencia sexual incluyendo mutilación, posiciones de estrés prolongadas, negligencia deliberada y negación de atención médica, agravamiento de heridas y tortura psicológica”.