El régimen ha demostrado que no escatima recursos para mantener el control. El modo de vigilancia ha generado indignación en el país por la falta de recursos para servicios básico, debido a apagones prolongados. el gobierno ha desplegado sin restricciones su maquinaria represiva para sofocar cualquier intento de protesta.

Organizaciones de derechos humanos han denunciado el uso desproporcionado de la fuerza y la censura contra quienes se atreven a alzar la voz en medio de la crisis. La población, cada vez más frustrada, enfrenta un panorama incierto, donde la represión parece ser la única respuesta del gobierno ante el descontento social. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con preocupación el deterioro de las condiciones de vida en la isla.