A partir de este viernes, México deberá inventar una estrategia para responder a la agudización de la crisis migratoria que seguramente ocurrirá por el fin del Título 42 en Estados Unidos.
Como se sabe, el Título 42 fue una medida migratoria disfrazada de combate a los contagios por Covid, que se aplicó durante los últimos tres años en la frontera entre México y Estados Unidos.
De acuerdo con cifras de la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas de la Secretaría de Gobernación, durante los tres años que se aplicó la medida del Gobierno estadounidense se registraron 2.8 millones de expulsiones. Casi un millón por año.
Estas expulsiones terminaron en el territorio mexicano, que no ha podido diseñar una política de Estado para tratar de paliar la situación de esa cantidad de personas que buscan llegar a Estados Unidos.
Un dato que llama la atención es que de esos 2.8 millones, 1.6 fueron mexicanos, es decir, 6 de cada 10.
¿Por qué si estamos casi en el paraíso más de 500,000 mexicanos quisieron cruzar – sin suerte – a Estados Unidos cada año, desde mediados del 2019 a la fecha?.
Regresando al tema del fin del Título 42, lo que sucederá a partir del primer minuto de este viernes será que todos los migrantes ilegales que sean detenidos del lado americano, serán sujetos a un juicio federal que los podría mantener en prisión año y medio antes de ser deportados a sus países de origen.
Tendrán prohibido, por cinco años, volver a intentar ingresar a territorio estadounidense.
Es decir, se endurecerá la política migratoria del vecino y, como sucede siempre, será México el que deberá pagar los costos de la medida.
No sabemos si existe una propuesta del Gobierno mexicano pues los encargados de las relaciones políticas con el exterior y el responsable de la política interior se encuentran dedicados a buscar la bendición presidencial para ser candidatos en 2024.
Este miércoles se vieron escenas propias del bíblico éxodo judío de Egipto en los puentes que cruzan hacia los Estados Unidos.
Y este jueves, que es el último día para que los migrantes trataran de obtener asilo político, las escenas fueron más crudas.
Muy pocos lo lograrán; el resto quedará en el país, ya sea como subempleados y como carne de cañón para la delincuencia organizada.