Los admiradores del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi acudieron el miércoles en masa a Milán para despedirse en un funeral de Estado del polémico multimillonario, que cierra un capítulo de 30 años en la historia del país.
Las exequias oficiales del magnate y político, fallecido el lunes a los 86 años debido a una leucemia, tuvieron lugar en el “Duomo”, la catedral de la capital lombarda, presididas por el arzobispo Mario Delpini.
El féretro, en madera y cubierto con flores blancas y rojas, llegó al Duomo a las 15 hora locales. Había partido en coche desde la mansión en Arcore, en la periferia milanesa, donde Berlusconi ha sido velado de forma estrictamente privada por su familia y sus socios y colaboradores más allegados. Cruzó toda la ciudad en coche y fue recibido a los pies del templo por sus cinco hijos, Marina, Pier Silvio, Barbara, Eleonora y Luigi, y por su última novia, Marta Fascina, que lloraba desconsolada.
Después procesionó hasta el interior de la catedral escoltado por seis carabineros vestidos de gala y recibiendo las honras de un piquete del Ejército de tierra, la Marina y la Aeronáutica Militar. La ceremonia duró poco más de una hora.
Tanto la llegada como la partida del féretro suscitaron los aplausos de miles de sus seguidores congregados en la plaza, fuera, a pesar del fuerte sol que reina hoy en la ciudad.
Entre las personalidades estuvieron presentes el presidente de la República, Sergio Mattarella; la primera ministra Giorgia Meloni, y sus dos viceprimeros ministros, Matteo Salvini y Antonio Tajani, este último el número dos del partido de Berlusconi, Forza Italia.
El cuerpo de Berlusconi será cremado tras la liturgia y sus cenizas reposarán en la capilla de su mansión, según avanzan los medios locales.
Frente al Duomo también estaban presentes, con pancartas, bufandas y banderas, varios hinchas del AC Milan, el equipo de fútbol que Berlusconi fue presidente durante treinta años.
Las banderas se bajaron a media asta en todos los edificios públicos desde el lunes en homenaje a un líder cuya influencia se extendía mucho más allá de la política, gracias a sus amplios intereses televisivos, periodísticos y deportivos.
El Parlamento fue suspendido durante tres días y el Gobierno declaró un día de luto nacional para el miércoles, la primera vez para un ex primer ministro. La decisión fue criticada por los detractores de Berlusconi, que le acusaron de amiguismo, corrupción e impulsar leyes para proteger sus propios intereses.