La guerra de Israel en Gaza agotó el sistema de salud del territorio, pero además dejó al personal sin capacidad de tratar a los niños desnutridos.
Ante ello, los médicos que atienden en la zona de ataque, señalan que se ven obligados a rechazar a padres que piden leche para bebés, y que ni siquiera pueden clasificar a los pacientes jóvenes con enfermedades crónicas agravadas por el hambre.
En tanto, Israel continúa su asedio a Gaza e impide que los grupos de ayuda lleguen al enclave con suficientes alimentos, por lo que los padres dicen que no tienen otra opción que ver a sus hijos morir de hambre.
Han pasado ya más de ocho meses de bombardeos que destrozaron infraestructuras, aniquilaron comunidades y devastaron barrios enteros y de acuerdo a la ONU, los sistemas de saneamiento, ya sobrecargados por la escasez de agua debido al calor extremo, quedaron gravemente destruidos, lo que redujo el acceso al agua potable.
Un informe publicado este martes por la Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en inglés), que evalúa la inseguridad alimentaria y la desnutrición a nivel mundial, advirtió que casi toda Gaza se enfrentará a la hambruna en los próximos tres meses.
La agencia alimentaria de la ONU había advertido anteriormente que el sur de Gaza pronto podría ver los mismos “niveles catastróficos de hambre” registrados anteriormente en el norte, donde Israel concentró su ofensiva militar en los primeros meses de la guerra.
En esta tesitura, al menos 34 niños ya murieron por desnutrición en Gaza, de acuerdo a la oficina de prensa del Gobierno el 22 de junio, aunque la cifra real podría ser mayor, ya que el acceso limitado a Gaza dificultó los esfuerzos de las agencias de ayuda para evaluar plenamente la crisis allí.
De acuerdo con lo que se ha informado, más de 50.000 niños necesitan tratamiento por desnutrición aguda.
Israel lanzó su ofensiva militar en Gaza después de los ataques liderados por Hamas el 7 de octubre contra el sur de Israel, en los que al menos 1.200 personas murieron y más de 250 fueron secuestradas.
Desde entonces, los ataques israelíes en Gaza mataron a 37.658 palestinos e hirieron a otras 86.237 personas, según funcionarios de salud de Gaza.
A principios de este año, la ONU advirtió que Israel creó un “desastre enteramente provocado por el hombre” en Gaza. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, negó las acusaciones del fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI) que alegaban que había utilizado “el hambre de civiles como método de guerra”.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) de la ONU acusó a las autoridades israelíes de obstruir el acceso humanitario al norte de Gaza. En las primeras tres semanas de junio, se permitió que 36 camiones facilitados por Israel llegaran a Gaza, mientras que a otros 35 se les negó el acceso, se lo impidió o se canceló por razones logísticas, operativas o de seguridad.
Los bebés recién nacidos y las mujeres embarazadas se encuentran entre quienes corren mayor riesgo de desnutrición y deshidratación en Gaza, según agencias de ayuda y trabajadores de la salud. Las madres desnutridas tienen más probabilidades de dar a luz prematuramente y los recién nacidos mueren porque pesan muy poco.
Mientras el hambre empeora y partes del enclave se precipitan hacia una desnutrición generalizada, las agencias de ayuda piden reiteradamente la apertura de cruces terrestres hacia Gaza, que, según dicen, son la forma más eficaz de llevar ayuda. Un muelle flotante construido en Estados Unidos y diseñado para llevar ayuda por mar se vio plagado de problemas (desde condiciones marítimas desfavorables hasta problemas de distribución una vez que la ayuda se transfiere por tierra) y no logró marcar una diferencia significativa en la crisis.